ARMAÑON
24/04/2018
Buen tiempo, aunque la salida desde nuestras casas se hace bajo la amenaza de nubes bajas, con una temperatura sin los calores de la semana pasada.
Nos hemos citado a las 9:30 en el barrio de La Calera de Villaverde de Trucíos en el bar-restaurante del mismo nombre, ya conocido por Jubiltaldea en varias ocasiones y al que se le propuso en su día como ermita gastronómica.
Por diversos motivos que no vienen al caso, pero doy fe que están justificados, estamos solo 7 (1+6) jubiltaldeos, eso sí, pocos con respecto a la media, pero muy bien avenidos.
En dos coches, después del cafecito, subimos hasta el alto de La Escrita y a las 10:10 nos ponemos a andar.
La ascensión, salvo un par de cuestas cortas de cierta entidad y la champa final, algo más exigente, ha transcurrido sin más dificultad que algunos charcos que hemos tenido que vadear por sendas alternativas. En ningún momento hemos corrido riesgo de embarrarnos, mojarnos o caernos.
Pese a las últimas lluvias el piso ha estado transitable, alternándose el asfalto (al principio), pista de piedrilla, barro semiseco, más pista de piedrilla y yerba para terminar con una senda hasta la cumbre más bien generada por el ir y venir del ganado vacuno al que no hemos dejado de ver durante todo el trayecto.
Durante la aproximación, vemos nuestra meta cubierta por la nube, que nos recuerda el Fujiyama, pero sin nieve, lo que nos proporciona una sensación de meta difícil de alcanzar.
Llegamos al Armañon (856 m.), ya sin nube, un cuarto de hora después del Angelus. Las vistas
son de 360º y por el mar está intentando entrar un frente de nubes que no nos impiden ver muy cerquita de nosotros el pedregoso Jorrios.
Terminamos el amaiketako, sacamos la foto y “pabajo” a las 12:30 por la misma ruta que a la subida. Tras 45 minutos, en los coches para ponernos guapos e ir a comer.
Aunque está ya preparada la mesa nos da tiempo de tomar el aperitivo además de aceitunas y una gilda por barba por cuenta, y pagada en efectivo, de un destacado jubiltaldeo e incluso socio fundador que está a un telediario de pasar a la década de los 70.
Avisa, no obstante, para que no se cree escuela, que tal generosidad en el aperitivo se ha debido al corto número de beneficiarios presentes.
La comida muy bien. Nos aclaran que los garbanzos son los jueves (yo recuerdo haberlos comido en martes) pero no obstante se acuerda darle definitivamente el trato de ermita gastronómica con mucho camino recorrido para, en un futuro, ser templo gastronómico.
A las cuatro y media para casa. Debemos reconocer que está un poco lejos pues no llegamos, al menos los de costa elegante, hasta pasadas las cinco y media.
viernes, 25 de mayo de 2018
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