lunes, 20 de marzo de 2017

14-3-2017 UPO

UPO
14/03/2017



Nos reunimos 10 jubiltaldeos a las 9:30 en Areatza (Villaro) para tomar el café.

El tiempo está nublado pero los pronósticos son buenos, es más, ratifican lo anunciado ayer a la mañana por el nuevo meteorólogo jubiltaldeo. Podríamos decir que ha nacido, por ahora, una estrella a no ser que haya sido pura casualidad.

Comenzamos a andar a las 10 desde el mismo pueblo. A alguien se le ocurre ponerse las polainas al que todos imitamos y no sabe lo bien que nos ha resultado a lo largo de todo el recorrido, sobre todo en su última y aventurera parte.
Al pasar por el cementerio nos fijamos en una frase colocada a su entrada que no me resisto a ponerla y que dice así “Aquí comienza la alegría del justo y aquí termina el placer del pecador”. Cada uno, espero, habrá hecho su examen de conciencia

El trayecto hasta la cumbre es de subida constante pues hay que salvar unos 400 m. de desnivel con algunos falsos llanos que distribuyen el esfuerzo.
Al principio tenemos una pista de hormigón, que pasando por la pirotecnia Astondoa nos lleva en cuarenta y cinco minutos hasta Martxondi Bekoa que solo son dos casas. Un poco más adelante hay otro caserío y a partir de aquí se nos acaba lo limpio y aparece el barro (más tarde vendrá el barro con todo su esplendor) que vamos sorteándolo con dignidad caminando entre las rodadas que afortunadamente tienen yerba.

No obstante hay algunos tramos bastante embarrados producidos por las labores de tala que se están llevando a cabo por la zona (pero esto no es nada con lo que tendremos luego)
Cuando todavía faltan veinte minutos para el ángelus estamos en la cumbre del Upo (608 m.) después de andar un rato en plan atajo en que recorremos unos 100 metros a la remanguillé.

Como no hace viento y tenemos sol estamos tomando el amaiketako hasta el mediodía, hora en que iniciamos el descenso.
Todo parece bajo control y usamos el mismo trayecto que a la subida hasta llegar a un cruce que sube a Pagomakurre cuya carretera seguimos hacia Areatza para culminar una especie de rondo.

Peeeeero como las fuerzas vivas consideran que vamos muy bien de tiempo dejamos la carretera asfaltada sin baches ni barro y nos desviamos a la derecha por un camino que al principio no está mal hasta llegar a una valla que nos impide seguir a causa de un “Prohibido el paso. Propiedad particular” y un perro de considerables proporciones ladrando y suelto, para confirmarlo.

Y aquí se acaba lo bonito del viaje. Nos desviamos por un camino y empezamos a pisar agua y barro sin escapatoria posible. Y andar, venga a andar e incluso subir y venga a subir aun sabiendo que lo lógico es bajar para llegar a los coches.
Y así un buen rato, con barro sopa, con riesgo manifiesto de darnos un trompazo y encima jugándonos la comida pues el reloj seguía funcionando inexorablemente hasta que en un punto, a la vista de una casa y de la bionda de la carretera que tan inconscientemente habíamos abandonado, se nos cierra el camino y nos quedamos clavados. A la derecha el río y la incógnita y a la izquierda la carretera para llegar a la cual no existe camino ni nada que se lo parezca y sea aprovechable.

Cada uno como puede y sin males mayores salvo juramentos e imprecaciones nos ponemos a salvo y sin más anécdotas que contar por la carretera y otra vez Astondoa llegamos a las 2:30 a los coches después de unos 13 Km. de andar sufriente.

Corriendo nos quitamos todo lo que pudiese contener barro y nos vamos al Arratiano que está a la salida del pueblo y en que podemos no solo comer sino que nos da tiempo para tomarnos el aperitivo acariciados por los rayos de sol.

La comida es como para tener en cuenta con gran variedad de platos que en el caso de los primeros, salvo los espaguetis y las ensaladas todo lo demás viene generosamente en su respectivo perolo. Nadie ha expresado otra cosa que no sean alabanzas así que ojo con este restaurante a tener en cuenta y como muy bien sentencia el guía Alfa por esta zona hay muchos montes.

A las 4:30 nos vamos para casa sin más cosas que reseñar.

El escrito para el recuerdo se ha hecho en la parte alta de Algorta todavía con pesadillas nocturnas en las que el barro y las arenas movedizas nos van engullendo uno a uno.

miércoles, 15 de marzo de 2017

7-3-2017 SAIBIGAIN

SAIBIGAIN
07/03/2017





A las 9:30 estamos 13 (1+12) jubiltaldeos en Dima en una especie del salón del automóvil ya que Jubiltaldea ha comenzado a renovar su parque móvil con imponentes vehículos a los que solo les falta hablar.
Tomamos el café bajo un ligero sirimiri que a veces arrecia mientras se empiezan a oír tímidas voces que pretenden adelantar el amaiketako a base de huevos con txorizo y olvidarnos del ejercicio de los martes.

Desde luego y pese a las predicciones que dicen que lo malo está al este del Cantábrico, la cosa no pinta nada bien. No obstante el pundonor nos puede y en los cuatro coches nos vamos hasta Zumeltza donde aparcamos junto al antiguo aeropuerto utilizado durante la guerra civil.

No ha mejorado nada el asunto así que, paraguas en ristre, empezamos a andar pasadas las diez y cuarto.

Recorremos la pista de aterrizaje que es de hormigón y que está en muy buen estado y cuando se acaba cogemos otra pista que empieza a subir hacia nuestro destino.

El trayecto se resume fácilmente: Algunas cuestas en serio con categoría de pista y/o camino, con barro de diferentes clases, arcilloso, pegajoso, resbaladizo y en algunos momentos asqueroso. También tenemos zonas de vadeo que las salvamos sin ningún problema y mientras tanto, algo de sirimiri, conatos de que va a escampar y para volver a la realidad, chubascos serios.
A todo esto, niebla por todas partes lo que no nos afecta en cuanto a disfrutar del paisaje porque bastante tenemos con mirar por donde pisamos.

Caminamos en algunos tramos por la Senda del pastoreo y aunque no vemos referencias orográficas por el asunto de la niebla, la señalización a base de postes nos guía perfectamente.
Los últimos 700 m. que nos quedan para la cumbre los subimos campa a través, de mullida yerba y rodeando las trincheras escavadas en la defensa del monte durante la guerra. Hace mucho viento pero afortunadamente ya no llueve.
En la cruz estamos lo suficiente como para una foto que no sé si verá porque a medida que el fotógrafo se aleja para poder salir todos, nos difuminamos más.

Empezamos el descenso pasada la hora del ángelus hasta llegar a una zona protegida del viento donde tiene lugar el amaiketako que por ser época cercana a los carnavales es tradición que se componga de unas tostadas y torrijas (sí, de las dos clases), a cada cual mejor, que la señora de uno de los jubiltaldeos con todo su cariño nos las prepara. El jubiltaldeo consorte con su probada bonhomía y humildad reconoce la autoría de su esposa arrogándose únicamente el mérito de haber transportado hasta aquí, además del sólido, una botella de sherry amén de platos, servilletas y vasos.
Otro jubiltaldeo, con información privilegiada, completa el asunto con una botella de cava destinada a las grandes ocasiones.

Volvemos por el mismo camino que hemos usado para la subida con la única diferencia de que no nos llueve e incluso en un momento bastante fugad vemos un tímido rayo de sol. También tenemos un par de aterrizajes sin más consecuencia que el barro esté presente en más sitios que en las botas.

Llegamos a los coches y nos cambiamos en el área de Zumeltza después de 2 horas y media de andar efectivo, 8 km. de distancia y unos 400m de desnivel. Lo que se dice un simple paseo.

La comida la tenemos en el Amorrortu donde esperamos a que nos pongan la mesa tomando el txakoli con las almendras.
El menú es a base de perolos con sopa de pescado, garbanzos con berza, que todos sabemos quién se ha puesto como el quico llegando a cuatripitir su generosa dosis, y arroz cremoso tirando a paella como primeros para “bajar” el pistón en los segundos con unos lirios fritos, albóndigas caseras y, en plan plato especial, unas patitas de cerdo a la vizcaína. Pese a la rapidez habitual con la que comemos nos quedamos como nuevos.

Aprovechamos para perfeccionar la receta de los garbanzos que tendremos el próximo jueves en el txoko y que Arantxa no tiene reparos en explicárnosla detenidamente con garantía de que triunfaremos.

A los coches y para casa sin más problemas que la correcta digestión de todo lo que hemos comido

Se ha escrito esta reseña, más gastronómica que montañera, en la parte alta de Algorta y como ya se ha celebrado la garbanzada se puede confirmar que el éxito ha sido rotundo sin ninguna pega por parte de los 17 jubiltaldeos presentes.