viernes, 25 de mayo de 2018

15-5-2018 KIPUTZETA

BERASKOLA (intento)- KIPUTZETA
15/05/2018

Hoy ha sido un día raro en casi todo menos en el tiempo que se ha comportado tal como indicaban las predicciones: nubes pero sin lluvia. Siguiendo con el otoño ha hecho fresco sobre todo cuando nos daba el viento.

Hemos quedado en el batzoki de Okondo a las 9:30 pero como estaba cerrado, los que han llegado antes nos paran en el Gorostiola, junto a la carretera, donde procedemos al rito del café. Somos, otra vez, 7 (1+6) jubiltaldeos.
El guía alfa se nos desmarca a primera hora de la mañana y se queda en casa desmoronado y derrotado por un lumbago.

El guía beta toma el mando y ante la imposibilidad de interpretar con garantías el wasap donde el alfa nos ha dado las supuestas instrucciones, decide ir al Kiputxeta con la sombra malévola del Galarraga.

Dejamos el coche en Sodupe en el aparcamiento de detrás de la iglesia y empezamos la jornada propiamente dicha a las 10 de la mañana.
La subida, sin descanso, por la carretera asfaltada y con una pendiente endiablada, termina al cabo de tres cuartos de hora en un par de caseríos donde entablamos conversación con un par de señoras de edad indefinida pero próximas, creo yo, a los tres dígitos, que se encuentran paseando por uno de los falsos llanos de la ruta.

Entramos a partir de ahora en zona de camino, bastante húmedo lo que lleva aparejada la existencia de barro de calidad (por lo pegajoso). Dejamos a un lado la casa abandonada y cubierta de maleza y llegamos a un punto en el que las máquinas que están realizando labores forestales han dejado el paso imposible por la cantidad de barro acumulado, porque justo aquí, camiones y orugas hacen sus maniobras.

Hay un intento de abrir nuevas vías, pero el barro que se extiende por doquier y las alambradas de difícil salto nos obligan a retroceder cuando estamos a uno 20 minutos escasos del Kiputxeta y todavía falta un cuarto de hora para el ángelus.

Triunfa el sentido común y empezamos la vuelta a casa parándonos en los aledaños de la casa abandonada para tomar el amaiketako, sencillo y frugal como siempre.

Mismo camino con la diferencia de que lo que antes ha sido subida ahora es bajada de las de dejar las rodillas hechas fosfatina hasta el punto de que las subidas y falsos llanitos suponen un descanso para ellas.

En los coches estamos para las dos menos cuarto. Andando nos dirigimos al batzoki que mira por donde sigue cerrado.
De vuelta a los coches el ecónomo pregunta por algún restaurante y nos recomiendan el Batirtze
Ni intentamos El Porrón ni las piscinas.

Mientras nos ponen la mesa nos sentamos en la terraza de un bar cercano donde celebramos el glorioso capicúa de un jubiltaldeo, al que todos ansiamos emular, con unos torreznos para que el alcohol de las cervezas y los txakolies no entren directamente en vena.

La comida de a 14 € +1 del café es abundante y buena en cuanto a su cochura, pero le hemos encontrado el defecto de que, tal vez por la hora, solo nos han ofrecido dos primeros y dos segundos. Habrá que investigar.

Volvemos a los coches y para las 6 en casa con un sol fenomenal que ha empezado a lucir mientras tomábamos el aperitivo.

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