lunes, 2 de noviembre de 2009

OKINA-ANDOLLU

OKINA – ANDOLLU


Repetimos destino a la excursión realizada en junio de 2008. Aquella vez, aunque no estuve, fue un día de sobresaltos y perdidas, teniendo que vérselas algunos miembros jubiltaldeos con lo más granado de la policía autónoma vasca entre otras cosas.
No se bien el motivo por el que el guía alfa nos vuelve a traer, quizá por hacer bien los deberes y acabar lo inconcluso, pero el resultado ha sido un éxito.
La aproximación hasta Okina y la logística de los coches, unos aquí y otros allí, resulta larga pero sin problemas.
Comenzamos a andar y enseguida nos metemos en un bosque de hayas que no deja entrar el sol. Los seteros siguen con su afan recolector y poco a poco van llenando las bolsas. Por aquello del error de la vez anterior esta vez vamos muy pendientes de las marcas y los recuerdos y sin muchas dudas avanzamos siguiendo la ruta GR38. Durante todo el camino estamos acompañados de los disparos de los cazadores, abundantes en la zona, que según parece están al pase de la paloma.
El hayedo se transforma en robledal de escaso porte y la sombra nos sigue cobijando. Ha salido un día de sol, cielo azul y altas temperaturas, pero casi no lo notamos.
El paseo sigue siendo agradable y tranquilo y lo único que nos perturba es el barro y los charcos en algunos tramos del camino.
Después del descanso para reponer fuerzas el paisaje se va aclarando y poco a poco salimos a zona descubierta. Dejado el cobijo del bosque tenemos que soportar el sol y el calor y con ello empezar, algunos, a sudar.
Sin novedades ni pérdidas reseñables llegamos nuevamente a Andollu poco después de dejar atrás una balsa de agua de un color azul verdoso muy intenso. Mientras los chóferes hacen las labores de logística y reunificación el resto estamos atentos a una nueva lección micológica y llegamos básicamente a la misma conclusión de siempre y que no voy a repetir por no ser reiterativo.
Con el gaznate refrigerado y levemente aseados entramos en el restaurante Andollu y nos sentamos en mesa elegante y bien presentada. El menú ligerito y a un precio poco apto para jubilados pero no nos quejamos mucho.
Salimos, tras una tertulia interesante, cuando aún es de día, y sin más dilación nos aposentamos en los coches y nos vamos para casa satisfechos con la excursión realizada y con el paisaje contemplado, adornado ya en algunas laderas de los montes por los colores amarillos y ocres del otoño.

Y para que conste escribo esta crónica en Las Arenas a 27 de Octubre de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario