viernes, 19 de febrero de 2010

16-2-2010 ALGORTA-PLENTZIA

CRONICA ALGORTA – PLENTZIA (Costera)

16 de Febrero de 2010
Ante la previsión de heladas para este martes, el día previo se planteó por parte del guía la posibilidad de hacer un monte de altura en el interior con posibles problemas de hielo, o realizar una marcha por la costa con más posibilidades de mejor tiempo.

Ha sido esta última la opción tomada con cita a las 10:00 h. en la estación de metro de Bidezabal del barrio getxotarra de Algorta.

Con algo de retraso sobre la hora prevista, debido a la espera a los rezagados, partimos los diez asistentes en dirección a los acantilados de Punta Galea apreciando que el frío no ha sido tan intenso durante la noche, si bien las cumbres de tierra adentro siguen cubiertas de nieve.

El camino es conocido en parte pues en sentido contrario lo recorremos los jueves.

Pasamos los bares/cafeterías del camino con asombro ya que nadie pide una parada para la toma del preceptivo café matutino.

Alcanzado el faro de La Galea proseguimos hacia Sopelana pasando antes por las cercanías de la playa de Gorrondatxe (Azkorri), con su bunker coronando el alto desde el cual se aprecia una vista de acantilados y playas, plenas de naturaleza, hasta el Faro de Gorliz, lugar visitado en varias ocasiones.

Al llegar a la playa de Atxabiribil, en Sopelana, se decide hacer un alto para recuperar fuerzas en uno de los bares recién abierto.

Pasando junto a la Urbanización Sopelmar, monumento a la insensatez, se nos junta un acompañante de la clase canina, joven, negro, de buen ver, que aparenta estar solo y que nos escoltará hasta una casa situada al inicio de Barrika en la que más de media docena de sus congéneres le hace frente aunque detrás de una valla; debido a su juventud no se da cuenta que los canes no pueden hacerle nada y opta por la retirada.

Llegados al aparcamiento sito en estos pagos, decidimos tomar el amaiketako, acompañado una vez más por el caldo que ha llevado el mismo de siempre.

Como el aire nos está enfriando decidimos en poco rato seguir hacia nuestra meta, pasando junto al mar donde un submarinista practica la pesca, a pesar de las bajas temperaturas del agua.

En el límite de esta costa paramos para apreciar de frente la Playa de Gorliz en la que se ha realizado una obra de envergadura para dar más amplitud al arenal.

Descendemos hacia la pequeña playa situada a los pies del acantilado, donde hay un único personaje tomando el sol (poco), con pinta de pobre ya que no lleva siquiera traje de baño.

Pasada la playa nudista de la Cantera en Barrika, sospechosamente toman la cabecera de la marcha los intrépidos de turno, que en lugar de dirigirse por el camino natural, toman la desviación hacia el alto donde se ubica una urbanización de adosados y chalets que no hace mucho tiempo ha tenido conato de derribo por estar ubicada en lugar protegido, pero que al parecer ha quedado en nada.
El camino ascendente nos lleva hasta un lugar urbanizado y aparentemente abandonado por la construcción, donde tras consultar con un “munipa” nos indica que el camino por donde se han metido los ”guias” está en mal estado.

A pesar de ello seguimos a los inconscientes, lo que nos lleva por camino impracticable por las argomas y otras vegetaciones invasoras que nos arañan y maltratan.

Como la cabezoneria no es contagiosa un grupo de siete retroceden hasta el punto más asequible con el fin de buscar mejor camino, siguiendo los tres de cabeza adelante hacia lugares desconocidos y tal vez impracticables.

El grupo mayor se vuelve a dividir en dos, con cuatro y tres componentes, estando en este segundo el cronista de hoy, por lo que el relato siguiente será del mencionado grupo, que en pocos minutos accede al camino natural junto al campo de futbol, residencia de ancianos y descenso hacia la meta por la acera al efecto a la par de la carretera.

* (si quieren dar su relato los otros dos grupos, que lo hagan en este espacio)

Este grupo de tres llega al cruce de Barrika con total comodidad, comprobando que el grupo de cuatro acaba de llegar, no así el grupo de intrépidos, del cual desconocemos situación.

Transitando por la pasarela artificial paralela a la ría y el puente del metro, se llega al restaurante donde solicitamos lugar para la comida, cuando se ve al grupo de intrépidos que se acercan por la orilla contraria.

Como el restaurante está bastante animado nos colocan una mesa de once, ya que se nos ha sumado el “cronista honorario”, junto a la puerta de acceso al bar, fuera del comedor, lo cual es un tanto incómodo.

Tras la comida sin grandes alardes se establece la conversación habitual para solucionar una vez mas los problemas de este país, dejándolo inconcluso para futuras reuniones.

Cuando salimos hacia la estación para dirigirnos al Metro, empiezan a caer unas gotas que durante la mañana nos habían respetado.

Ante la ausencia del Cronista Honorario (solo viene a comer, y eso en coche), del Cronista Suplente, con baja de corta duración (espero), escribo esta en

Berango a 17 de Febrero de 2010

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