jueves, 28 de enero de 2010

26-1-2010 BURGUEÑO

SEGUNDO ASALTO AL BURGUEÑO
26/01/2010
Como el primer asalto resultó fallido por ausencia del guía alfa y la audacia de algunos miembros de la cordada que, con el ansia de hacer cumbre, erraron en las vías de aproximación, volvemos a tomar como meta este objetivo.

Son las 9 a.m. y ya estamos los 12 jubiltaldeos, todos dispuestos en el punto de partida (430m.) y en perfecto orden de revista.
Las predicciones meteorológicas no son muy propicias pero el día está radiante así que, eso sí, bien pertrechados por si acaso, ya que nuestra fe en los meteorólogos va desde la total incredulidad al “a lo mejor aciertan”, iniciamos la marcha.
Este monte tiene claramente tres fases:

Aproximación: la realizamos a través de una amplia pista forestal de aproximadamente una hora de marcha. Transitable en algunos tramos, embarrada en parte sí y en parte no, y totalmente embarrada en otros debido a la maquinaria utilizada para la entresaca de los bosques de enormes y rectos abetos, pinos normales y cipreses de Lawson , que nos acompañan durante todo este recorrido.
Por el norte ya empiezan a aparecer las nubes.

Circunvalación o rodeo: Desde los Ilsos de Rivacoba hasta el collado, por un estrecho camino, de sube y baja, sin otra alternativa, totalmente embarrado, en fila de a uno, siguiendo las huellas de los “motos G.P” que toman la delantera y que nos lleva unos tres cuartos de hora.
Las nubes ya las tenemos encima y en algunos momentos chispea.

Asalto final: Desde el collado hasta la cumbre (1.044m). Ya empieza el sirimiri a caer en forma blanca sin llegar a ser copos. Tenemos la suerte de que no hace viento pero las nubes se convierten en niebla que, a la vez que ascendemos, va disminuyendo la visibilidad hasta que, en la cima, queda reducida a unos veinte metros. Andamos con cuidado de no resbalar porque hay zonas ya heladas que nos podían llevar, en caso de caída incontrolada, a vaya saber usted donde pero siempre hacia abajo. Lógico.
Total, dos horas y media desde que hemos empezado a andar.

Permanecemos el tiempo justo para sacarnos la foto ya que, dadas las circunstancias, de admirar el paisaje nada de nada.
Iniciamos el descenso, agrupados y con mucho cuidado, hasta encontrar verdes praderas para poder hacer el avituallamiento, que dicho sea de paso, ya va siendo hora, pero que se compensa con un cafelito caliente propiciado por la generosidad de un miembro de la expedición que ha cargado con el termo y los correspondientes vasos hasta aquí.

A medida que vamos descendiendo, por el mismo camino de la ida, se van abriendo claros e incluso se ven algunos rayos de sol que reavivan los tonos verdes de las laderas y que nos permiten ver el paisaje.
Cuando llegamos a los coches, a eso de las dos del mediodía, arrecia un poco el viento y podemos contemplar al fondo el monte donde acabamos de estar, que por cierto se nos antoja un poco lejos. Esto sin duda alguna, nos produce una íntima satisfacción por el deber cumplido, éxito que se debe en parte a nuestra forma física y en parte a la mano férrea del guía alfa que no permite ningún tipo de experimento, atajo o “yo creo que por aquí salimos al mismo sitio”.

La comida, con sitio previamente reservado en el bar-restaurante-posada Calera, en Valle de Villaverde (Cantabria) (Telf. 946809076), es de las que debemos tener en cuenta.

Solamente necesitamos algún otro día más, con el fin de excluir las casualidades, para poder incluirle en la categoría de templo gastronómico, al menos con una cuchara. Los garbanzos con berza y los huevos con jamón y patatas fritas caseras, entre otros, logran prendar a más de uno de nuestros entendidos gastrónomos.

Y desde aquí iniciamos el regreso tranquilo, sin la anunciada lluvia, para llegar a casa sin contratiempos cuando ya está a punto de oscurecer.


En Algorta a 28 de Enero de 2010, año, al parecer, de los brotes verdes.

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