lunes, 14 de diciembre de 2009

10-12-09 HACIA EL BURGUEÑO

CRONICA BURGUEÑO (Inconcluso)

10 de Diciembre de 2009

NO.

Hoy ni es martes, ni tenemos guía titular, ni cronista titular, ni encargado de audiovisuales titular ni suplente ni nada; todo consecuencia de que al haber sido festivo el martes, hemos trasladado al jueves la salida semanal.

Pese a todos los avatares nos hemos citado en La Escrita, sito en el Valle de Trucios, islote cántabro en el interior de Bizkaia.

Con relativa puntualidad por parte del grupo de la capital, que no perdonan el café aunque tengan que dar la vuelta al mundo al desconocer la ubicación de los bares esta zona, mas o menos a las 9:30 hs. nos encontramos en el lugar de cita, rodeados por trabajadores que se dedican con sus camiones y maquinaria a recolectar los frutos del bosque, que en este caso no son moras y endrinas, sino árboles (eucaliptos) destinados a las fábricas de papel (eso creemos).

Nos ponemos en marcha por una pista asfaltada que en suave ascenso se va adentrando en zona boscosa, una vez dejado atrás la maquinaria que corta, pela y deja apilados los troncos, y sus ruidos molestos.

Llegados con facilidad y sin dudas a un cruce de varios caminos tenemos nuestra meta al frente, por lo que estimamos que no habrá problemas en llegar a su cima; al poco empezamos a dudar por el camino a seguir.

Ante la falta de señales de cualquier tipo, estimamos que “por la izquierda” rodeando la ladera nos aproximaremos mas fácil.

Como no podía ser de otro modo erramos en nuestra decisión, ya que al poco rato seguimos por una especie de senda que nos lleva a zonas húmedas y claramente (o no) erradas, por lo que no nos queda más remedio que retroceder.

Seguimos sin marcas. Nos adentramos en una zona boscosa que al principio es bastante clara lo que nos permite avanzar con relativa facilidad. Al poco se empieza a espesar la vegetación y hacen su aparición las matas con pinchos, cerradas e intrincadas que dificultan el avance; no queda mas remedio que seguir adelante ya que la dirección es adecuada, y el guía (quien le habrá nombrado) sigue por delante y cuesta arriba, sin sendas claras salvo lo dejado por animales no humanos.

Tras dejar algunos rastros de sangre vemos en un par de árboles unas flechas que indican el ¿camino? a seguir si bien nos dan poca confianza.

Tras algunos desgarrones, arañazos y después de sortear innumerables zonas fangosas, salimos a monte abierto (sin vegetación) lo que nos tranquiliza pero a la vez nos frustra, ya que por el tiempo que llevamos, no podremos hacer cumbre según lo previsto, si es que queremos llegar a comer, lo cual parece imprescindible en este grupo.

Hay alguna tímida propuesta en el sentido de llegar a la cumbre aunque se quede la comida pospuesta o sustituida por una merienda, pero no tiene éxito.

Decidido iniciar el regreso, descansamos y reponemos fuerzas en el lugar llamado Cabañas de Ribacoba, con vista cercana a la cumbre del Burgueño.

Confundimos el nombre de este lugar (Ribacoba) con otro en la provincia de Zamora, en el Camino de la Via de la Plata, ya que aquel es el Pantano de Ricobayo.

Iniciamos el regreso cresteando hasta el lugar donde nos hemos equivocado de camino y dejamos marcado el punto para futuros excursionistas, descendiendo por camino cómodo hasta donde los coches nos esperan entre maquinaria inactiva puesto que los trabajadores estarán comiendo.

Adecentados en nuestras ropas, secados los sudores, y sin colonias que nos inunden, (se nota quién no ha venido) nos aproximamos a Villaverde de Trucios, donde conocemos un lugar en el que poder comer y descansar, no sin antes tomar el apreciado vino/txakoli al que uno de los asistentes invita para celebrar su cumple (le ha salido barato ya que solo estamos seis). También nos han tocado a más avellanas por cabeza.

Sentados a la mesa del Rte. Calera (Tno. 94.680.90.76), nos disponemos a escuchar lo que nos ofrece una amable señorita que por su acento al hablar, y porque se lo preguntamos, nos informa que es de procedencia rumana con ascendencia húngara.

La comida que se degusta es apreciada por los comensales tanto en su calidad como en cantidad y hasta por su precio adecuado.

Acabada la sobremesa, nos disponemos a regresar, pero el día es soleado y aun es temprano por lo que decidimos acudir a un lugar conocido por algunos asistentes, lo que nos permitirá dar un pequeño paseo.

Se encuentra este lugar en el pueblo llamado Artzentales, y su nombre es Amalurra Resot (por cierto que hoy es el Día Internacional de La Tierra Madre o algo parecido).
Recorremos las instalaciones exteriores en la que hay una sala circular de relajación que provocó comentarios de todo tipo entre los visitantes, un bonito restaurante, los jardines bien cuidados, y el edificio principal, donde nos atendió una amable Jaione que nos explico y enseñó tanto las habitaciones del hotel como el albergue, así como los servicios que dispensan a sus clientes.

Está el lugar fundado, regentado y organizado por un grupo de quince familias que viven en comunidad, aunque no nos atrevimos a preguntar hasta donde llegaba este concepto.

Es lugar de descanso, meditación, relajación, y otros menesteres para los estresados, es decir como Los Palotinos pero en pijo

Tras esta visita curiosa e inesperada, de nuevo a los coches y regreso a los lugares de origen ya con el cielo tirando a oscuro.

Ante la ausencia del Cronista Titular, del Cronista Suplente y puesto que nadie se ofrece voluntario, escribo esta en

Berango a 11 de Diciembre de 2009

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