miércoles, 30 de diciembre de 2009

29-12-09 BELATXIKIETA

CRONICA BELATXIKIETA

29 de Diciembre de 2009


Ni los mas contradictorios pronósticos ni las adversas condiciones climatológicas encontradas en el lugar previsto para el inicio de la ascensión programada, han conseguido que el día de hoy se frustre para los componentes del grupo.

La cita en el bar de la autopista en Altube a las 9:00 am. da lugar al encuentro de nueve fieles montañeros para degustar el café mañanero y a la vez comprobar que el tiempo nos quiere jugar una mala pasada.

Tras un rato de reflexión se decide la aproximación al pueblo de Zarate, ya en tierras de Araba, en las estribaciones de Gorbeia, alto al que en principio está programada la salida de hoy.

A medida que nos aproximamos al citado lugar la lluvia arrecia aunque la temperatura no parece demasiado baja.

Llegados al pueblo, junto al hermoso lavadero de forma cuadrada, cubierto y sostenido por viejas vigas, mantenemos un pequeño debate sobre la conveniencia de atacar las rampas del monte, ya que la pertinaz lluvia (que diría un anterior cronista) no parece que tenga trazas de amainar (que diría un marino de pro).

Vista la situación se decide derivar hacia Ubidea, lugar siempre apreciado, y allí decidir el rumbo a tomar, posiblemente al Eniabe, ya que se considera que el acceder al Gorbeia puede ser duro y desagradable al tratarse de camino de larga duración, no menos de 4,30 hs., por el barro y la humedad reinante.

En el camino hacia el primer pueblo en tierra bizkaina, la lluvia arrecia y se hace mas intensa, de forma que tras aparcar lo coches en el pueblo, reunidos bajo los arcos del ayuntamiento, se decide “abortar” la salida de hoy, con pena de todos los presentes pero asumiendo responsablemente esa decisión.

Iniciado el descenso desde las tierras altas en el sur, hacia las bajas del norte, la lluvia cesa de pronto y en la lejanía se aprecia la claridad en el cielo y un aparente buen tiempo.

La sorpresa por el cambio (de tiempo) hace que uno de los componentes decida proponer al resto, vía teléfono, la posibilidad de acudir a otro destino en el camino que llevamos, a la vista de que parece que el tiempo es mas agradable.

Tras algunas deliberaciones, no demasiadas dado el conocimiento montañero del grupo, se decide por el Belatxikieta, al que podemos acceder desde Lemona, pueblo en el camino que llevamos y al que en pocos minutos accedemos, contando con la ventaja de que en el está ubicado uno de los “templos culinarios” de Jubiltaldea, el “Amorrortu”.

Tras pasar por la nueva y recién inaugurada variante de Igorre, accedemos al punto donde dejaremos aparcados los coches, tratando de no molestar a los caseríos que forman este barrio llamado Gandarias.

Pertrechados con las prendas de monte iniciamos la ascensión aun a buena hora por camino cementado y ya conocido de ocasiones anteriores por haber transitado por él en alguna salida anterior.
Sin lluvia que moleste, temperatura del orden de 16 grados, en poco rato llegamos a las casas/cuadras que hay a media ladera en cuyos alrededores pastan todo tipo de animales, desde cabras hasta vacas, acompañados por los ladridos de los perros de razas indefinidas y mil padres, que avisan de nuestra presencia.

Desde este punto en un cruce de caminos, un cartel nos indica que hasta la cima de 662 m. se tarda 15 minutos. Suponemos que será cosa de algún montañero fantasma porque a nosotros nos lleva bastante más, quizá debido al barro que hay y a que vamos campa a través.

Llegados a la cima del Belatxikieta apreciamos que el viento desagradable justo nos permitirá sacar la foto-testimonio. En poco rato buscamos el socaire junto a una mesa donde reponer fuerzas.

La buena idea de un partícipe nos permite degustar un ardiente y reconfortante caldo de ¿? (eso lo sabrá el cocinillas) acompañado por picatostes y algo de queso; con el caldo brindamos, atacamos unas delicias típicas de estas fechas, además de las consabidas manzanas y frutos secos que no faltan en nuestras salidas

Al poco rato iniciamos la bajada, al principio entre el barro originado por los diversos vehículos que acceden a las labores de tala, hasta llegar a la pista de cemento.

Una vez en los coches, cambiados de ropa, de nuevo sin colonias que invadan nuestro olfato, nos dirigimos al Amorrortu, ya avisado, parando previamente en el Batzoki de Lemoa, donde degustamos los vinos/txakolis y almendrucos y donde dejamos los coches.

Vamos andando hasta el restaurante donde la mesa está preparada y sin mas tardanza nos sentamos a ella, siendo en pocos minutos atendidos por la activa mujer del lugar que no nos da posibilidad de pedir la comida sino que de motu propio nos obsequia con una hermosa fuente de garbanzos con berza de aspecto indescriptible, un bol de alubias de olor inigualable y otro de vainas con patatas, caldosas.

Una vez dada cuenta de lo ofrecido cuesta poner en orden la categoría de los manjares porque cada cual supera al anterior.

Continuamos con variedad de segundos platos, acompañados por “patatas fritas de las de casa”, que obtienen nota alta.

Rematamos con un flan “casero total” para ocho comensales, y los cafés y txupitos de rigor.

La comida ha sido del nivel esperado y con satisfacción debatimos los varios puntos de actualidad que tocan, para a buena hora dirigirnos en los coches a nuestros lugares de residencia.

Ante la ausencia del Cronista Titular, del Cronista Suplente y puesto que tampoco hoy nadie se ofrece voluntario, escribo esta en

Berango a 29 de Diciembre de 2009

martes, 22 de diciembre de 2009

22-12-09 PLENTZIA-ARMINZA

CRONICA PLENTZIA – ARMINTZA, POR EL ERMUA

22 de Diciembre de 2009


Se va acercando el fin del año 2009 y a pesar de estar en época de gran actividad por las labores típicas de estas fechas, algunos seguimos impertérritos al desaliento con nuestra más importante devoción de los martes: Jubiltaldea y al monte.

Por ello nos hemos citado en Plentzia, llamada La Gallarda, a hora prudencial para, tras tomar el preceptivo café, iniciar el recorrido de hoy.

Por el paseo que discurre desde el puente sobre la ría, en dirección al mar iniciamos la andadura no sin observar con aprensión el cielo encapotado; suavemente empieza a llover aunque no parece que sea demasiado grave.

Algunos han optado por pertrecharse de polainas pensando en las posibles zonas embarradas de la subida del Monte Ermua, ya que uno de los ausentes, nativo de la zona, así nos amenazó.

En pocos minutos, con una pequeña desviación del grupo delantero, con ritmo alegre, nos encontramos en el Municipio de Gorliz, atravesando el nuevo paseo que bordea la playa del mismo nombre, y comentando/criticando/admirando las obras realizadas, aun a falta de remate.

Se observa desde esta posición la maquinaria de las obras que se realizan en la orilla de la ría correspondiente a Barrika, pero nadie es capaz de saber en que consisten puesto que alguno comenta “serán los nuevos pantalanes”, otro que “estarán reforzando el contramuelle”. En resumidas cuentas, el tiempo lo dirá.

Como al parecer el acceso en dirección al Cabo Billano por la subida de Astondo puede tener problemas de tipo técnico, optamos por el camino de la granja de la BFA/DFB.

Al poco de iniciar este tramo, nos sorprende una llamada de teléfono en la que nos anuncian que hemos sido agraciados con un premio de la lotería que se está celebrando.

El premio es de escasa cantidad, pero nos alegramos y no nos importa, porque seguro que a otros les hará mas falta.

Poco a poco nos acercamos al Faro del Cabo Billano, lugar que a algunos les trae recuerdos de “milis” pasadas en este lugar que aun conserva la batería de costa y los bunker de observación, aunque en estado un tanto perjudicado.

Tras un pequeño esfuerzo llegamos a lo alto del promontorio desde donde observamos el mar, calmado en este momento, y el panorama que desde aquí se aprecia. Al poco rato, tras cruzar una hermosa campa verde, iniciamos la subida a la que será la mayor altura del día, de poco más de doscientos metros, el Monte Ermua.

Como tampoco hoy ha venido el responsable de audiovisuales, y nadie se ha acordado de traer máquina de fotos (solo la funda), con un teléfono móvil hemos dejado registro de nuestra presencia aquí.

Al llegar a lo alto se han consumido las manzanas y frutos secos y en poco rato se inicia el descenso en dirección a Armintza, por camino que todos conocemos de anteriores salidas.

Como el exceso de confianza es mala consejera, erramos en una desviación la ruta a seguir y nos metemos en zona embarrada aunque al ser la dirección adecuada, decidimos continuar.

Puede que al final la suerte se alíe con nosotros ya que por el otro camino se está realizando una tala de árboles y los inmensos camiones y tractores utilizados habrán destrozado la senda.

Llegados a la entrada de Armintza, observamos las obras que están realizando también aquí, en la carretera de entrada.

En el puerto de este pequeño pueblo, conocido por su excelente pescado, procedemos a aligerar las botas de barro y en el bar reparamos con unos caldos y vinos las fuerzas que a decir verdad hoy poco hemos gastado.

Hacemos tiempo hasta la hora que tomaremos el bus para dirigirnos a Plentzia, lugar en el que nos hemos citado con el antiguo cronista titular de este grupo que se ha animado a comer con nosotros.

Ha empezado a llover con cierta insistencia pero no nos causa problemas ya que el bus nos recoge bajo cubierto y nos llevará al lugar de destino sin mayores mojaduras.

Ya en Plentzia, después de un vino y los almendrucos de rigor, nos disponemos a comer en un restaurante de confianza, que según vemos en la carta, sirve entre otras delicias garbanzos y berza, lo que a alguno le produce especial alegría.

En poco tiempo el comedor se llena de comensales, contando entre ellos a un conocido y afamado deportista, lo que entendemos es señal de que la elección del establecimiento ha sido correcta.

Tras la comida digna se procede a la entrega y firma del libro de crónicas de Jubiltaldea a los que avisaron de su asistencia.

Poco después iniciamos la retirada hacia el tren que nos llevará cómodamente hasta nuestros lugares de residencia.

Ante la ausencia del Cronista Titular (en la expedición), del Cronista Suplente y puesto que tampoco hoy nadie se ofrece voluntario, escribo esta en

Berango a 22 de Diciembre de 2009

lunes, 14 de diciembre de 2009

10-12-09 HACIA EL BURGUEÑO

CRONICA BURGUEÑO (Inconcluso)

10 de Diciembre de 2009

NO.

Hoy ni es martes, ni tenemos guía titular, ni cronista titular, ni encargado de audiovisuales titular ni suplente ni nada; todo consecuencia de que al haber sido festivo el martes, hemos trasladado al jueves la salida semanal.

Pese a todos los avatares nos hemos citado en La Escrita, sito en el Valle de Trucios, islote cántabro en el interior de Bizkaia.

Con relativa puntualidad por parte del grupo de la capital, que no perdonan el café aunque tengan que dar la vuelta al mundo al desconocer la ubicación de los bares esta zona, mas o menos a las 9:30 hs. nos encontramos en el lugar de cita, rodeados por trabajadores que se dedican con sus camiones y maquinaria a recolectar los frutos del bosque, que en este caso no son moras y endrinas, sino árboles (eucaliptos) destinados a las fábricas de papel (eso creemos).

Nos ponemos en marcha por una pista asfaltada que en suave ascenso se va adentrando en zona boscosa, una vez dejado atrás la maquinaria que corta, pela y deja apilados los troncos, y sus ruidos molestos.

Llegados con facilidad y sin dudas a un cruce de varios caminos tenemos nuestra meta al frente, por lo que estimamos que no habrá problemas en llegar a su cima; al poco empezamos a dudar por el camino a seguir.

Ante la falta de señales de cualquier tipo, estimamos que “por la izquierda” rodeando la ladera nos aproximaremos mas fácil.

Como no podía ser de otro modo erramos en nuestra decisión, ya que al poco rato seguimos por una especie de senda que nos lleva a zonas húmedas y claramente (o no) erradas, por lo que no nos queda más remedio que retroceder.

Seguimos sin marcas. Nos adentramos en una zona boscosa que al principio es bastante clara lo que nos permite avanzar con relativa facilidad. Al poco se empieza a espesar la vegetación y hacen su aparición las matas con pinchos, cerradas e intrincadas que dificultan el avance; no queda mas remedio que seguir adelante ya que la dirección es adecuada, y el guía (quien le habrá nombrado) sigue por delante y cuesta arriba, sin sendas claras salvo lo dejado por animales no humanos.

Tras dejar algunos rastros de sangre vemos en un par de árboles unas flechas que indican el ¿camino? a seguir si bien nos dan poca confianza.

Tras algunos desgarrones, arañazos y después de sortear innumerables zonas fangosas, salimos a monte abierto (sin vegetación) lo que nos tranquiliza pero a la vez nos frustra, ya que por el tiempo que llevamos, no podremos hacer cumbre según lo previsto, si es que queremos llegar a comer, lo cual parece imprescindible en este grupo.

Hay alguna tímida propuesta en el sentido de llegar a la cumbre aunque se quede la comida pospuesta o sustituida por una merienda, pero no tiene éxito.

Decidido iniciar el regreso, descansamos y reponemos fuerzas en el lugar llamado Cabañas de Ribacoba, con vista cercana a la cumbre del Burgueño.

Confundimos el nombre de este lugar (Ribacoba) con otro en la provincia de Zamora, en el Camino de la Via de la Plata, ya que aquel es el Pantano de Ricobayo.

Iniciamos el regreso cresteando hasta el lugar donde nos hemos equivocado de camino y dejamos marcado el punto para futuros excursionistas, descendiendo por camino cómodo hasta donde los coches nos esperan entre maquinaria inactiva puesto que los trabajadores estarán comiendo.

Adecentados en nuestras ropas, secados los sudores, y sin colonias que nos inunden, (se nota quién no ha venido) nos aproximamos a Villaverde de Trucios, donde conocemos un lugar en el que poder comer y descansar, no sin antes tomar el apreciado vino/txakoli al que uno de los asistentes invita para celebrar su cumple (le ha salido barato ya que solo estamos seis). También nos han tocado a más avellanas por cabeza.

Sentados a la mesa del Rte. Calera (Tno. 94.680.90.76), nos disponemos a escuchar lo que nos ofrece una amable señorita que por su acento al hablar, y porque se lo preguntamos, nos informa que es de procedencia rumana con ascendencia húngara.

La comida que se degusta es apreciada por los comensales tanto en su calidad como en cantidad y hasta por su precio adecuado.

Acabada la sobremesa, nos disponemos a regresar, pero el día es soleado y aun es temprano por lo que decidimos acudir a un lugar conocido por algunos asistentes, lo que nos permitirá dar un pequeño paseo.

Se encuentra este lugar en el pueblo llamado Artzentales, y su nombre es Amalurra Resot (por cierto que hoy es el Día Internacional de La Tierra Madre o algo parecido).
Recorremos las instalaciones exteriores en la que hay una sala circular de relajación que provocó comentarios de todo tipo entre los visitantes, un bonito restaurante, los jardines bien cuidados, y el edificio principal, donde nos atendió una amable Jaione que nos explico y enseñó tanto las habitaciones del hotel como el albergue, así como los servicios que dispensan a sus clientes.

Está el lugar fundado, regentado y organizado por un grupo de quince familias que viven en comunidad, aunque no nos atrevimos a preguntar hasta donde llegaba este concepto.

Es lugar de descanso, meditación, relajación, y otros menesteres para los estresados, es decir como Los Palotinos pero en pijo

Tras esta visita curiosa e inesperada, de nuevo a los coches y regreso a los lugares de origen ya con el cielo tirando a oscuro.

Ante la ausencia del Cronista Titular, del Cronista Suplente y puesto que nadie se ofrece voluntario, escribo esta en

Berango a 11 de Diciembre de 2009

jueves, 26 de noviembre de 2009

BALGERRI 24-11-09

BALGERRI
24-11-2009

A las nueve menos cuarto y a 3º de temperatura nos encontramos en el bar restaurante Urtegui, en Ribota de Ordunte (Burgos).
Como está cerrado, cosa lógica a esas horas de la madrugada, no hay café así que, sin el chute inicial, montamos en los coches para efectuar la aproximación al campamento base. Un poco antes, hablamos con un operario que justamente pasaba por allí montado en su dumper quien, amablemente, se ofrece para reservarnos sitio, a la vez que nos informa de que se come muy bien por 9€

Es importante señalar que tanto el guía alfa, “que nos ha metido en la embarcada pero nos ha dejado en la estacada” (frase salida del alma a un jubiltaldeo, en plena ascensión) como el guía beta, no forman parte de la expedición. El mando es asumido por el guía epsilón que nos llevará, sin temblarle el pulso, hasta a la cumbre.

Tras un par de Km por una pista algo deteriorada, llegamos a un ensanchamiento, tipo parking, donde dejamos los coches.
Son las 9,15 y ya estamos andando hacia nuestro objetivo. Primero y durante más o menos una hora, ascendemos, casi imperceptiblemente, por una pista amplia en cuyos bordes hay pinos, hayas, acebos, madroños y robles. Pese a lo avanzado del otoño, todavía se puede apreciar los tonos amarillos-naranjas de las hojas de las hayas a las que todavía no les ha llegado su hora.
Los setalaris buscan, pero no encuentran.
Hay algún charco fácil de vadear sin mojarse ni embarrarse excepto en uno de ellos en el que, a falta de zapadores, tuvimos que utilizar grandes dosis de equilibrio para evitar males mayores.
Para estas horas la temperatura es muy agradable y seguimos sin ver una nube.

En un momento determinado nos salimos de la pista y ¡hala! a subir y subir procurando no mirar hacia arriba para no desmoralizarnos. A estas alturas ya se habían formado grupos definidos que iban a su aire: el núcleo duro, el moderado y el conservador.

Y así, hora y media de ascensión en estado puro sin más alivio que, de vez en cuando, algunos metros que nos “parecían” llanos y que permitían admirar el paisaje (pantano de Ordunte, sierra Salvada y los valles circundantes).

Tras dos horas y cuarto de marcha, un coqueto buzón de inoxidable nos indica la cumbre. Si las vistas hasta ahora eran bonitas, desde aquí son espectaculares. Como el viento sur pega fuerte y frío, nos resguardamos en la vertiente norte para, mientras comemos el avituallamiento, poder disfrutar y hacer cábalas sobre todo un panorama de 360º ante nuestros ojos (sería Santoña lo que veíamos?, aquel era el Gorbea? y el Amboto? etc, etc.).

Comidos y fotografiados iniciamos el descenso con cuidado de no resbalar. Si en la subida les ha tocado a los gemelos y a los cuadriceps a la bajada el turno es de las rodillas.

A las 2,15 estamos en los coches. Mientras nos cambiamos de ropa y calzado, el guía alfa y beta nos llaman para comprobar que no nos hemos perdido y que seguimos siendo sus amigos.
La salida a la carretera la hacemos por otra pista, más corta pero con considerables socavones que la pericia de los conductores logra superar sin romper nada.

Por el minipueblo de Hornes llegamos a Ribota donde, efectivamente, nos esperan en el Urtegui. Tras el preceptivo aperitivo con almendras, nos sentamos en la mesa con mantel y servilletas de lino.
La puntuación del trinomio precio-variedad-calidad democráticamente consensuada, con el único fallo, por decir alguno, de que no dejan los peroles en la mesa (paciencia, que todo se andará), le hace acreedor de ser incorporado a la lista de comederos a repetir en posibles excursiones montañeras por esta zona (Telf. 947127351). Y además, en el local, se sienten los colores de nuestro Athleti.
En la sobremesa se concreta el número de comensales, el menú y los currantes para la comida en el txoko de Deusto.
Sin más, nos vamos cada mochuelo a su olivo con circulación fluida, al menos los de la margen derecha.

Esta crónica ha sido redactada en Algorta el 25 de Noviembre de 2009 por el cronista oficial sustituto, recién ascendido de becario meritorio.

jueves, 19 de noviembre de 2009

ALTO DEL CORRAL 17-11-09

CRONICA IZARRA – IZARRA

17 de Noviembre de 2009


Nos despertamos en esta mañana con tiempo lluvioso, oscuro y viento racheado pero no hay vuelta atrás. Hoy vamos al monte.
La cita es a las 10:00 hs. en Izarra, junto al Restaurante y Casa Rural “La Lola” ya conocido de otras ocasiones.
Según vamos ascendiendo por Altube observamos en la lejanía que el cielo no está excesivamente nublado lo cual nos alegra.
Reunidos en el lugar de encuentro los 12 partícipes de hoy, nos disponemos a tomar el apetecible café; aprovechamos para reservar mesa “para las dos y media”, pero nos recomiendan (amenazan) que “no mas tarde de las dos”.
Perece que el tiempo aguanta e iniciamos la marcha en dirección a la hermosa Iglesia del pueblo, que pasamos por su derecha tras algún titubeo, adentrándonos en un bosque de escasa espesura y poca pendiente.
Es agradable el paseo ya que el cielo aunque plomizo no amenaza lluvia.
Abundan los caballos, todos de color negro, pero para frustración de algunos se ven pocas setas y las que hay están muy secas.
En poco tiempo llegamos al Alto del Corral, de 870m. donde permanecemos poco tiempo ya que el viento fresco arrecia.
Cumplido el primer objetivo, descendemos para dirigirnos hacia el segundo. Se trata de “La Lobera”.
No está muy claro si se trata de una zona con este nombre o una trampa usada para cazar lobos en tiempos pretéritos.
El camino por pista es agradable. Tenemos a nuestra izquierda, en la lejanía, Sierra Salvada, y si bien estamos cubiertos de nubes, de momento el tiempo aguanta.
Cuando calculamos que debido a la premura de tiempo que tenemos para llegar en hora a comer decidimos no seguir mas adelante, tras destacar al cercano bosque a un par de exploradores que no encuentran la dichosa lobera, paramos para comer la manzana.
Hoy está acompañada de un exquisito membrillo casero aportado por uno de los jubiltaldeos, si bien está elaborado por su esposa, que ya en alguna otra ocasión nos ha obsequiado con diversas delicias (esperamos que siga con esa buena costumbre y que otr@s la imiten).
No han transcurrido 5 minutos cuando la niebla nos envuelve totalmente y nos obliga a iniciar el camino de regreso, bien abrigados ya que la temperatura ha descendido.
La lluvia hace su aparición y aunque es escasa, nos obliga a sacar los paraguas y ropas al efecto.
Pasamos junto a algunas naves que almacenan grandes bultos de paja para alimentar el ganado.
Por camino bien marcado, descendemos en dirección a Abezia, aldea que cruzamos y que no tiene mayor atractivo que algunas grandes casonas de campo y un puentecillo reconstruido con unos materiales que no tienen nada que ver con el entorno, el cual nos permite vadear un pequeño riachuelo.
Sobre las 13:40 h. llegamos a Izarra.
Tras las abluciones de rigor nos acercamos al restaurante Casa Lola para ser puntuales a nuestra cita y tomar el vino al que nos invita un jubiltaldeo en celebración (o recuerdo) de su cumpleaños, que fue en Junio.
Hay cantidad de comensales tomando el café en la barra puesto que las mesas del restaurante se desocupan y ocupan rápidamente.
Llegado nuestro turno pasamos a la mesa que nos han preparado y en poco rato nos atienden debidamente, teniendo variedad de platos y siendo estos satisfactorios en cantidad y calidad, de los que damos cuenta cumplidamente.
Tras la comida, en los cafés y txupitos, se hacen como siempre diversos planes que ya serán comunicados y confirmados en su momento a los jubiltaldeos.
Sobre las 16:00 h. damos por finalizada la comida ante la atenta mirada de los “amables” hosteleros.
Tratamos de conseguir queso en la quesería que hay en el pueblo, pero al parecer está cerrada, por lo que sin más dilación iniciamos la retirada.

Ante la ausencia del Cronista Titular, del Cronista Suplente y puesto que nadie se ofrece voluntario, escribo esta en

Berango a 18 de Noviembre de 2009



P.D.: Al llegar a casa nos enteramos con alegría de la liberación del “Alakrana “ . Zorionak eta ongi etorri.

lunes, 16 de noviembre de 2009

IRUKURUTZETA 12-11-09

IRUKURUTZETA
La berza el Txurruka

Hoy nos hemos salido del guión. Es jueves y hemos quedado en Soraluce (Placencia de las Armas), en el barrio de Txurruka, junto al restaurante del mismo nombre y, diría yo, objetivo principal de la excursión montañera. Son las diez menos cuarto.
El tiempo es agradable puesto que nos encontramos en “El veranillo de San Martín, tres días buenos y fin”.

Somos pocos efectivos, sólo 6, ya que por diferentes motivos, han excusado su asistencia: el jefe de audiovisuales, el que hace las cuentas, el cronista oficial, el monitor, el experto en setas, el mielero, el valedor de Yeste, etc. etc. O sea, que estamos en cuadro. A este paso habrá que quitar símbolos montañeros del escudo e ir sustituyéndolos por otros gastronómicos. Pero no es más que una opinión.
Como no hay café, para las diez y cuarto ya estamos andando por una pista hormigonada, subiendo, subiendo y subiendo sin tregua hasta llegar al caserío Mendizábal.
Por el camino, atravesando pinares hemos visto setas. Teóricamente eran coprinus, niskalos, lengua de vaca y alguna otra de cuya marca no me acuerdo pero, como nos falta la cesta y la cultura, no echamos mano a ninguna.

A partir de aquí cambia el panorama, la pista de hormigón se acaba y seguimos subiendo por caminos más suaves cubiertos de hojarasca de las hayas, panochas de los pinos y alerces (que ya están amarilleando) y a falta de ambas, hierba a modo de alfombra que nos evita cualquier posible contacto con el barro. A esto también colabora el que no esté en proceso ninguna entresaca.
Hay un momento en que empiezan a caer algunas chispitas sin que afecten ni a la marcha ni a la indumentaria.
Como hasta la conexión con la ruta oficial carecemos de señales que nos guíen a nuestro objetivo, el guía alfa opta, ante la natural zozobra que nos causa cualquier bifurcación, por tomar siempre el camino con pendiente ascendente. Así cualquiera, pero el truco le da resultado.

Al cabo de hora y media, la primera cumbre que hacemos es el Kurutzebakar de 898m.(hemos salido de una cota de 430), luego pasamos por el Kurutzezarra y por último el Irukurutzeta. Los tres bastante juntos.
Mientras vamos de uno a otro, señalizados debidamente, nos sumergimos en la edad de bronce al contemplar nada menos que tres túmulos y tres dólmenes. O por lo menos eso dicen las señales.
Ahora ya sale el sol pero el viento es fresco así que, tras las fotos, nos vamos a reponer fuerzas al socaire.
Como andamos bien de tiempo nos dirigimos hacia unas antenas aun sabiendo que no podríamos, por tiempo, llegar a ellas. A la hora calculada damos la vuelta y volvemos a hacer otra vez cumbre en el Kutzebakar con lo que hoy hemos hecho una especie de hat-trick montañero.



Para las dos y cuarto estamos acicalándonos para comer y repetir, tras el blanquito sin almendras, una sopa de pescado o ensalada para ir templando el estómago, unas alubias con berza y un poco de tocino, una tortilla de bacalao y otra de patata con abundante cebolla. Solamente nos dan opción para elegir los postres. Todo por 9€ más los cafés y las copas. Visto lo visto y confirmada la impresión de un martes en que también se comió aquí, el Txurruka puede ser considerado como templo gastronómico con la única pega de que para cada día de la semana, durante un montón de años, el menú es siempre el mismo, salvo que vayas a la carta que no es nuestro caso.

Después de comer nos da tiempo para ir paseando hasta la cercana ermita de Inazio Deuna, por cierto, nada del otro mundo pero con un coqueto frontón de tres números situado en uno de los lados.

Sin más tarea para hoy, nos montamos en los coches y hala! para casa.

Escrita esta crónica en Algorta, al día siguiente, o sea, el 13 de Noviembre de 2009.



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TUMULO: Montón de tierra y piedras levantado sobre una o varias tumbas.

DOLMEN: Construcción megalítica consistente en varias losas hincadas en tierra y una losa a modo de cubierta apoyada sobre ellas en posición horizontal. (nota de la redacción)

jueves, 5 de noviembre de 2009

ACEBAL DE VALGAÑON 3-11-09

EXCURSION A LA RIOJA


Titulo la crónica así porque como diría Fernando el evento estaba claro pero los hitos difusos.
Como todos los años y para dar satisfacción a Mali, uno de los socios fundadores, ausente actualmente en nuestras citas semanales, por problemas físicos, nos vamos hasta La Rioja teniendo que madrugar un poco.
Desde diferentes puntos y lugares iniciamos la aproximación a Castañares, lugar de reunión grupal. Llegamos todos sin novedad y comprobamos que somos dieciséis jubiltaldeos más un guía autóctono, amigo de Mali, que ya nos acompaño el año pasado.
Satisfecha la necesidad de ingesta de cafeína en un bar de carretera próximo al pueblo salimos en dirección a Valgañón, lugar desde el que tenemos que iniciar la excursión. Alteramos un poco la paz existente con tanto visitante foráneo pero la cosa no va a más.
Iniciamos la marcha adentrándonos a los pocos minutos en una zona de roble bajo y un camino un poco engañoso que presagia que lo determinado a priori como paseo no va a serlo tanto. Acabado el bosque de roble se inicia otro de hayas y con él el paisaje mejora. La pendiente continúa y el susurro de las hojas pisadas nos acompaña durante un buen trecho. Para que la armonía no decaiga, durante un buen rato los badajos (en su primera acepción gramatical) de los cencerros de una manada de vacas suenan en medio del silencio del bosque y acompañan al sonido del pisar de las hojas.
El bosque termina y salimos al claro. Las zonas boscosas de las laderas que nos rodean muestran todos los matices del otoño y disfrutamos contemplándolos. Unas praderas verdes y en algunos momentos mullidas nos permiten avanzar sin acaloramientos y por otro lado nos dejan sin protección del viento frío que nos da en unos cuerpos sudorosos que reclaman protección.
Los seteros siguen con su síndrome recolector y poco a poco van llenando la cestita, al estilo caperucita, que nos ha traído el micólogo. Por concretar decir que las recolectadas son champiñones y setas de cardo.
Andando, andando llegamos, pasando previamente, se me olvidaba, por un acebal, léase zona de acebos, engalanados muchos de ellos con abundantes bayas rojas, hasta Anguta nuestro punto de destino
Es un pueblo abandonado y de casas derruidas donde reponemos fuerzas y descansamos unos minutos.
Iniciamos la marcha de regreso sin prisas y por camino empedrado hasta llegar nuevamente al hayedo. Ahora vamos todos juntos y la sinfonía del pisar de las hojas resulta relajante.
Sin perdida posible, el guía autóctono conoce la zona al dedillo, llegamos hasta la carretera que nos tiene que llevar al pueblo. Paramos un momento en la ermita de Santa María de tres fuentes, llamada así porque realmente hay tres caños de un caudal considerable y una vez vista la fachada nos dirigimos al punto de salida y final de la excursión.
En el pueblo volvemos a soliviantar la paz existente y tras tomar un vinito nos aposentamos en la mesa, puesta al efecto, del bar-restaurante El cazador. La comida bien aunque volvemos a quejarnos del precio. Será la crisis, la edad, o quizá que nos ven cara de pardillos.
Como nos quedan cosas por hacer nos vamos de Valgañón camino de la bodega que visitamos también anualmente en San Vicente de la Sonsierra y cuando llegamos ya nos están esperando con mesa puesta y toda la hostia. Nuevamente a comer y a beber y algunos a comprar vino.
Salimos de noche cerrada, con una luna llena increíble en el cielo y poco a poco volvemos a casa.

Y para que conste escribo esta crónica en las Arenas a tres de Noviembre de 2009

lunes, 2 de noviembre de 2009

OKINA-ANDOLLU

OKINA – ANDOLLU


Repetimos destino a la excursión realizada en junio de 2008. Aquella vez, aunque no estuve, fue un día de sobresaltos y perdidas, teniendo que vérselas algunos miembros jubiltaldeos con lo más granado de la policía autónoma vasca entre otras cosas.
No se bien el motivo por el que el guía alfa nos vuelve a traer, quizá por hacer bien los deberes y acabar lo inconcluso, pero el resultado ha sido un éxito.
La aproximación hasta Okina y la logística de los coches, unos aquí y otros allí, resulta larga pero sin problemas.
Comenzamos a andar y enseguida nos metemos en un bosque de hayas que no deja entrar el sol. Los seteros siguen con su afan recolector y poco a poco van llenando las bolsas. Por aquello del error de la vez anterior esta vez vamos muy pendientes de las marcas y los recuerdos y sin muchas dudas avanzamos siguiendo la ruta GR38. Durante todo el camino estamos acompañados de los disparos de los cazadores, abundantes en la zona, que según parece están al pase de la paloma.
El hayedo se transforma en robledal de escaso porte y la sombra nos sigue cobijando. Ha salido un día de sol, cielo azul y altas temperaturas, pero casi no lo notamos.
El paseo sigue siendo agradable y tranquilo y lo único que nos perturba es el barro y los charcos en algunos tramos del camino.
Después del descanso para reponer fuerzas el paisaje se va aclarando y poco a poco salimos a zona descubierta. Dejado el cobijo del bosque tenemos que soportar el sol y el calor y con ello empezar, algunos, a sudar.
Sin novedades ni pérdidas reseñables llegamos nuevamente a Andollu poco después de dejar atrás una balsa de agua de un color azul verdoso muy intenso. Mientras los chóferes hacen las labores de logística y reunificación el resto estamos atentos a una nueva lección micológica y llegamos básicamente a la misma conclusión de siempre y que no voy a repetir por no ser reiterativo.
Con el gaznate refrigerado y levemente aseados entramos en el restaurante Andollu y nos sentamos en mesa elegante y bien presentada. El menú ligerito y a un precio poco apto para jubilados pero no nos quejamos mucho.
Salimos, tras una tertulia interesante, cuando aún es de día, y sin más dilación nos aposentamos en los coches y nos vamos para casa satisfechos con la excursión realizada y con el paisaje contemplado, adornado ya en algunas laderas de los montes por los colores amarillos y ocres del otoño.

Y para que conste escribo esta crónica en Las Arenas a 27 de Octubre de 2009

jueves, 22 de octubre de 2009

ALTO DEL PANDO 20-10-2009

MONTE PANDO


Hoy casi rompemos un principio estatutario básico: por poco nos quedamos sin comer.
Sin prisas y sin madrugar nos vamos, pasado Godexola hasta el aparcamiento de Irazagorria, unos con cafeína en vena y otros a secas. Por caminos conocidos, de nuestra visita del año pasado, iniciamos la ascensión abandonando al poco tiempo la zona asfaltada para meternos en un bosque de confieras que nos acompaña durante todo el día.
La cantidad de caminos y senderos y el precoz avistamiento de níscalos nos despistan en ocasiones, pero los orientadores están atentos y con pequeñas dudas y reuniones breves del sanedrín vamos cogiendo altura en la dirección adecuada.
Llegamos pues sin muchos líos a la cima del monte Pando y en ella descansamos y comemos el amaiketako.
El descenso se inicia con el guía alfa en cabeza y el resto del grupo entretenido en la recogida de setas.
El tiempo pasa y el conductor del grupo parece ligeramente preocupado por lo que aumenta el ritmo de marcha.
En un momento determinado pasamos por la ermita de Santiago y nos vamos orientando dentro de la multitud de senderos. La cosa se lía y llegados a un punto entendemos que vamos mal y retrocedemos.
Tras andar y andar, más de lo necesario, acabamos cayendo a un estrecho valle sin ver por ningún lado la carretera que nos llevaría al parking.
El guía considera que tenemos que ir a la izquierda y después de andar un buen rato nos topamos con la casa torre Urdangi donde preguntamos por nuestro destino. Error de bulto, es la conclusión que sacamos de las respuestas recibidas de unas damas asomadas al balcón. Vuelta atrás y a seguir caminando por donde habíamos venido. El tiempo pasa y un paisano nos indica un teléfono de un restaurante. Llamamos y nos dan una hora máxima. El tiempo se agota y no llegamos, así que volvemos a llamar para anular la reserva.
Salimos por fin a la carretera general. Por ella y con cierto riesgo nos dirigimos hacia el aparcamiento, previa consulta a una señora asomada a una ventana sobre la dirección a seguir.
Una avanzadilla va primero hasta el bar-restaurante La Torre (creo), el mismo donde habíamos llamado y nos habían anulado la reserva por pasarnos de la hora y tras arduas negociaciones consiguen que nos den de comer.
El sitio es un poco lúgubre, como de bar de pueblo de los de antes, y la mesera nos atiende con una cara de perro de las que hacen época: sin duda la hemos hecho una putada al tenerse que quedar a servirnos.
Según opinión del contable, y dado el lugar y las “instalaciones”, nos han “sancionado” por nuestra llegada a horas intempestivas, pero de lo malo, malo hemos comido así que la sobreprima se asume sin sacar nuestra vena de jubilados.
Salimos a la calle y el “micólogo” nos suelta un rollo sobre las diferentes setas recogidas, para acabar su disertación como siempre: ésta tirar.
Repartidas las setas y unos racimos de uva traídos también por el micólogo desde La Rioja damos por finalizada la jornada y nos volvemos a casita, cansados y cargados de viandas.

Y para que conste escribo esta crónica en Las Arenas a veinte de Octubre de 2009


Las fotos como siempre en http://picasaweb.google.com/Jubiltaldea

jueves, 15 de octubre de 2009

OTXANDIO-ALTUNGANA-OTXANDIO

ENTRE OTXANDIO Y BARAZAR


Fracaso total y éxito total. Sugerente comienzo, para un día también sugerente.
El guía alfa nos falla. El suplente nos viene con un libro de montes de la época de Prim, que ya en otras ocasiones nos ha dado problemas. El responsable de logística no ha hecho los deberes previos… ¡desastre total!
Nos encontramos y rejuntamos en Barazar en el bar habitual. Después del cafelito nos vamos hasta Otxandio y llegados al pueblo tenemos que preguntar: nos hemos pasado de frenada. El campo de fútbol del Vulcano, lugar de referencia para el inicio de la andadura, está antes de la entrada del pueblo. Por fin lo localizamos. Salimos de los coches y… no sabemos seguir. Preguntamos a un jubilado BBVA que encontramos y nos da una ligera orientación. Seguimos andando y a los diez minutos estamos convencidos de que vamos mal. Vuelta atrás y a buscar referencias indicadas en el libro. Por fin vemos el río Montevideo y nos confiamos de ir por el buen camino (y va sin segundas).
La andadura continúa por un paraje boscoso y tranquilo donde, además, la falta de pendientes pronunciadas hace el caminar más llevadero. Mientras avanzamos los seteros van buscando setas y algunas encuentran (de las comestibles, de las desconocidas hay por miles).
El bosque, unas veces de cipreses, otras de pinos y excepcionalmente de hayas nos cobija con su sombra. Hace un día magnifico de temperatura, cielo azul y atmósfera limpia. En los pocos trozos de claros con los que nos topamos nos detenemos a disfrutar de las vistas: Gorbea y su cruz por un lado y Amboto y sus farallones por el otro.
El paseo sigue siendo agradable y hacia las doce y media nos damos cuenta de que vamos fatal y nuestro objetivo de hoy (el monte Altungana) vete a saber donde coño está. Lo del título de la crónica es porque llegados a este punto un cartel indica que Barazar está a tiro de piedra.
Buscamos un claro para descansar y desde la altura en la que nos encontramos podemos disfrutar del valle que se extiende a nuestros pies y de la mole rocosa del Amboto.
Recuperadas las fuerzas y para evitar males mayores volvemos por donde hemos venido. El descenso-regreso se nos hace más corto y a las dos y poco ya estamos en los coches.
Cambiados y aseados vamos a nuestro segundo objetivo: el templo gastronómico de Ubidea.
El de logística no se había enterado de que tenía que haber llamado previamente para ver si tenían boletus y nos tememos lo peor. Por suerte la cosa se arregla y sin previo aviso, nada más sentarnos a la mesa, nos sirven unos revueltos de hongos que están de muerte.
Del resto de platos y viandas no digo nada nuevo: magnifico en cantidad, calidad, servicio y atención. El restaurante Urbide y Josune en particular nos tratan de diez.
Salimos como siempre los últimos y nos vamos hasta la quesería, en busca de quesos, pero está cerrada. Volvemos al pueblo y ahora nos metemos con los nogales y las nueces. Recolección provechosa y final feliz.
Todo lo contado hasta ahora puede ser una simple recreación literaria, ya que para redondear el día debo decir que el equipo de “audiovisuales” ha fallado a la cita en su totalidad (titular y suplentes) y por tanto no vamos a contar con documento gráfico que certifique lo narrado y sucedido.
Como se ve fracaso total y éxito total. No hacemos nada de lo previsto pero hemos pasado un día muy agradable, con un paseo de los que apacigua el espíritu y con, finalmente, degustación de hongos. Éxito total por tanto.
Y sin más y con muchos planes para próximas semanas nos volvemos a casa felices como perdices.

Y para que conste escribo esta crónica en martes y trece en este caso de octubre de 2009

miércoles, 7 de octubre de 2009

Balmaseda-La Garbea-Balmaseda

BALMASEDA – MONTE LA GARBEA – BALMASEDA



Viento sur, sol y treinta grados. Malas condiciones para el montañismo y el esfuerzo, digo yo.
Con estas premisas los de costa rica (la parte más rica) nos vamos en coche y el resto se van en tren al punto de encuentro.
Llevo tiempo lanzando mensajes sutiles sobre nuestra marcha, lenta e inexorable, hacia la vejez en su sentido más cruel y ayer algo pasó en este sentido. Los jubiltaldeos, viajeros del tren, llegaron a Balmaseda y no supieron o pudieron bajarse, salvo dos, y tuvieron que seguir hasta el apeadero que hace de fin de trayecto: cosas de la edad, sin más.
Reagrupados todos los componentes del grupo y con el objetivo a la vista comenzamos a caminar por las calles del pueblo. A las afueras del mismo un mecánico de un taller nos hace gestos, sin haberle dicho nada, de la dirección a seguir. Lo cierto es que no era la buena, pero sí valida en primera instancia.
Seguimos andando. soportando ya el calor, y un par de aventureros en lugar de seguir por el camino marcado se lanzan directos y en perpendicular hacia las antenas de la cumbre. Estas cosas también algún día pasarán factura pero ellos sabrán.
A veces al sol y a veces a la sombra seguimos ascendiendo y sudando, comprobando que lo que parecía próximo no lo estaba tanto. Dos horas casi nos cuesta llegar a las antenas del monte La Garbea situadas a 747 metros de altitud, más o menos.
Tras el refrigerio y un breve descanso comenzamos el descenso oyendo a algunas mentes calenturientas, nunca mejor dicho, ideas descabelladas sobre por donde acometerlo. Felizmente surge la cordura y el buen hacer aunque el guía alfa sin dar explicaciones se lanza a tumba abierta llevándonos a los demás casi al trote.
Por la zona de Pandozales vamos dejándonos caer camino de Balmaseda recogiendo media docena de hongos que servirán de aperitivo en casa del cronista.
El tiempo apremia y los atajos se hacen necesarios llegando así y todo, casi a las tres menos cuarto a nuestro destino.
Buscamos rápidamente un restaurante, en un pueblo casi desierto, y sin muchas opciones entramos en el bar-restaurante Los Gemelos.
La comida, por siete euros, de las de batalla aunque suficiente. Salimos tarde, tras la tertulia hoy muy técnica: CDS, DVDs, TDTs… y económica: inversiones, pasta gansa que se llevan los banqueros…, y nos encontramos con el cielo cubierto y una ligera brisa.
Los del coche se van al coche y los del tren al tren. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Y para que conste escribo esta crónica en Las Arenas a 6 de Octubre de 2009

PARQUE DE SOMIEDO 22/25-9-2009

PARQUE NATURAL DE SOMIEDO (Reserva de la Biosfera)

22, 23, 24 y 25 de SEPTIEMBRE de 2009


Con un tiempo fenomenal, predicciones meteorológicas favorables y muchas ganas nos juntamos el coche A y el coche B en la rotonda de Artaza a las 10 de la mañana.

Somos ocho jubiltaldeos y el objetivo es el parque natural de Somiedo en Asturias patria querida para disfrutar de casi 4 días de convivencias montañero-gastronómicas.
Salvo una parada para el cafecito que nos coincide pasado Torrelavega, más o menos a la hora del Ángelus, el viaje transcurre sin novedad atravesando los diferentes tonos verdes de Euskadi, Cantabria y Asturias aderezado con menciones, recuerdos y anécdotas, amén de algún que otro peregrino, sobre el Camino de Santiago.

Para las 2 estamos en Pola de Somiedo después de 38 km. de carretera de montaña con sus curvas al uso y siguiendo el curso del Pigueña y luego del Somiedo que da el nombre al parque. Pese a los anuncios de precaución ante la posibilidad de toparse con osos, no tenemos la suerte de encontrarnos con ninguno. Hemos dejado ya el pino y el eucalipto para pasar al haya, roble, etc. etc.

Vamos directamente a un bar, El Urogallo, en el que entre culín y culín de sidra se le interroga hábilmente a la cantinera que nos sabe vender el producto así que nos quedamos a comer in situ sin hacer más averiguaciones.
Comida asturiano-catalana a base de un rotundo pote asturiano, crema de marisco, crema de verduras y espinacas con queso que, siguiendo nuestras costumbres, compartimos amigablemente. El segundo plato de codillo, bacalao con pisto, chuletillas de cordero y chosco (dos raciones de cada) que también nos lo repartimos.
Resultado final: Hasta las cartolas.
Postre, cafés y chupitos. Antes de pagar se procede al sorteo de las habitaciones, respetando ciertas características personales que aconsejan habitación no compartida.

Para aligerar peso damos una vuelta por el pueblo, nos ilustramos en el centro de interpretación del parque y compramos pan para los bocatas de mañana ya que a donde vamos a pernoctar, el panadero no llega hasta las11 de la mañana.
Nos quedamos, por ahora, sin saber en qué consiste la rifa de “la ramera”, uno de los actos centrales de las fiestas.

Como se nos acaba el pueblo, ya hemos cogido abundante información oral y escrita de la zona que patearemos y va para largo lo de la digestión, decidimos subir al Valle del Lago, pueblo al que pertenece el barrio de El Auterio donde además de terminar la carretera después de 8 Km de cerradas y empinadas curvas, tomamos posesión de la casa de aldea “La Corona”, a media pensión y a 1.300 m. de altitud.

Es pronto así que damos un paseo de casi hora y media por los alrededores para tomar contacto con el fabuloso paisaje arbóreo y vacuno hasta una especie de miradores desde donde contemplamos una parte del parque, de acceso restringido y siempre con la esperanza de apreciar la famosa berrea que por estas fechas está en su apogeo. De todas maneras, salvo algún mugido potente procedente de ganado vacuno, no vamos a poder oírlo en todo este tiempo ya que no nos encontramos en el lugar idóneo.
La cena no, sin antes saborear la sidriña, con artilugio eléctrico para su escanciado, es frugal, casi monacal. Nadie tiene ganas de hacer excesos salvo un par de valientes que cierran el día con un exquisito arroz con leche para tapar huecos.
A las 23,11 ha empezado oficialmente el otoño que nos coge, antes de ir a la cama dándonos un paseo para contemplar el cielo, totalmente despejado, tanto de nubes como de la contaminación lumínica. Los más resistentes a la tortícolis fueron capaces de ver alguna estrella fugaz, la vía láctea y alguna que otra constelación.

MIÉRCOLES

A las 8,18 con puntualidad de la NASA, todos desayunando y a las 9,15 iniciación de la marcha.
El tiempo es magnífico y el espíritu alegre y combativo.
Tomamos dirección del Lago del Valle pero pronto nos desviamos y empezamos a coger altura. Las hayas, que ya empiezan a coger colores ocres, y los avellanos silvestres, estos últimos al borde de las pistas, dejan paso al Serbal del Cazador, árbol de frutos o semillas rojas, similar al del acebo también propio del parque.
Divisamos algunos rebecos recortándose en la cima de una peña.
Cuando superamos la cota de los 1.500-1.700 m. empieza a desaparecer cualquier vestigio de vegetación arbórea para dar paso al matorral, principalmente el llamado escoba que se aprovecha para la techumbre de las cabañas llamadas teitos, y posteriormente a la hierba o pasto de montaña (braña). Dejamos a la derecha unos montes con gran parecido al duranguesado por el tipo de montaña abrupta y caliza, que más tarde se repetiría en el Orniz y demás compañeros de cadena.
Oteamos en un estrecho valle el pueblo de Cueta, ya en León, y tras una empinada cuesta llegamos a un valle suspendido (en terminología técnica del guía alfa) que a este cronista más que valle le pareció un trozo de tierra mas o menos plano puesto ahí para relajar un poco las piernas. Paramos poco salvo para dar algún trago de agua y hablar por teléfono puesto que la cobertura aparecía y desaparecía caprichosamente y había que aprovechar para responder a las llamadas perdidas.

Dejando a la derecha el pico Cuetalbo tiramos en línea recta hacia nuestro objetivo: Peña Orniz (2.196 m.) animados por la presencia en la cumbre de un grupo de murcianas (producto del mal de altura) que resultaron ser un grupo de jubilados de ENSIDESA con los que íbamos contactando en diversas oleadas según era la travesía que estaban haciendo.
La subida hasta la cumbre resulta un poco dura tanto por la pendiente como por el piso, con piedra suelta mezclada con tierra. En la cumbre hacemos avituallamiento, fotos, admiramos el paisaje y cambiamos impresiones con los el núcleo duro de los de ENSIDESA que venía de hacer parte de la crestería.
La bajada la hacemos prestando mucha atención para evitar caídas y/o torceduras. Se cansa uno menos que en la subida pero las rodillas aguantaron lo suyo.
Esta vez si que, a lo lejos, vemos una buena manada de rebecos que corren en dirección opuesta. De darles pan como a las vacas, ni hablar
Iniciamos el camino de regreso en dirección al Lago del Valle y como ya nos han dado las 2,30 paramos para comer. Sin mesa ni sillas ni mantel y casi, diría yo, sin apetito. El sitio no era el más idóneo y un poco incómodo ya que cualquier cosa que quisiésemos compartir (vino, comida, navaja etc) exigía que alguien se levantase para proceder a su distribución y no estábamos para trotes.
Después de hora y media de seguir bajando llegamos al Lago del Valle, precioso, con isla en medio, su cabaña con teito con correspondiente aprisco en uno de sus lados. Descansamos un rato, el tiempo suficiente para que el que quiso echase una cabezadita a la sombra tumbado en el mullido pero húmedo suelo.
A partir de este punto el camino se abre y ya es una pista por la que se puede transitar cómodamente.
Terminamos el periplo a las 6, sentados en el bar con unas cervezas frescas, comentando las incidencias del día, de si la víbora de Seoane (erudición de un jubiltaldeo que la había visto en un libro sobre el parque) estaba muerta o sólo fingía y contemplando el farallón que tenemos enfrente y por el que mañana tendremos que subir bien sea por un lado u otro según nos encontremos físicamente lo que en lenguaje montañero sería por la directa o por la tendida.
Después de la ducha y un poco de relax nos vamos a cenar para lo que contamos con sopa de cocido con fideos, pote asturiano y huevo(s) frito(s) con patatas y picadillo. Después del éxito de ayer más gente se apunta al arroz con leche.
Con el chupito en la mano bajamos al bar donde nos quedamos a ver el Getafe-Valencia hasta que aparece sobreimpreso en la pantalla que al Athletic en el minuto 89 le han metido el 1-0 el Tenerife.
Entre el cabreo y el cansancio hoy no hay contemplación de la bóveda celeste.

JUEVES

Mismo horario que ayer y mejor tiempo, si cabe.
Tenemos una baja causada por una especie de gastroenteritis que afortunadamente para la cena ya ha remitido.
Seguimos el camino de ayer durante unos 20 minutos hasta el cartel que nos avisa la ruta hacia los lagos de Saliencia. El guía ha elegido la ruta tendida por lo que la ascensión no nos machaca y podemos admirar el paisaje desde el punto de vista opuesto al de ayer.
Al terminar el farallón, nos encontramos, esta vez sí, con un valle suspendido, la Vega de Camayor, bastante llano, con hierba mullida algo amarillenta por la sequía, cantidad de vacas y un todo terreno de los pastores que estaban, suponemos, tomando el amaiketako. Parada para reponer fuerzas y seguimos hacia los lagos que contemplamos desde lo alto sin bajar hasta sus orillas. Primero el de Cerveriz luego el de Calabazosa, donde nos avituallamos también, y finalmente el de La Cueva cerca del parking al que se llega por la carretera de Saliencia al alto de la Farrapona. En el pasado existieron minas de hierro.

Emprendemos el regreso, hoy volvemos por el mismo camino de la ida, parando para comer, esta vez con algo parecido a una mesa pero sin sillas, después de sobrepasar un pequeño altozano. Siempre es mejor no hacer, pudiendo, esfuerzos con el estómago lleno.
Alguien dice que ha visto un rebeco pero yo creo que era una vaca.
Como andamos muy bien de tiempo, hoy la excursión tiene categoría de paseo, aprovechamos para echar una siesta que no todos lo logran pues empezamos a novelar sobre las razones de una misteriosa reunión de los pastores que habíamos visto a la mañana con otras dos personas que aparecieron, mientras sesteábamos, por direcciones distintas, una con un perro y la otra casi corriendo. ¿Cogido in fraganti por abandono del puesto de trabajo? ¿Veterinario porque iba a parir alguna vaca? ¿Problemas con los cuatreros?. Nuestra imaginación no tuvo límites haciendo múltiple cábalas. Los prismáticos no nos servían de nada porque carecíamos de micrófonos. Ver si veíamos pero oír na de na.
Al final todos se reunieron a la sombra del todo terreno y hasta aquí sólo puedo contar.
El descenso del farallón, por la misma ruta lo hacemos tranquilamente, viendo el Llago del Valle, el Orniz y sacando fotos pero eso sí, procurando no tropezar.
A las 5, minuto arriba minuto abajo, estamos tomando la cervecita mientras descansamos un poco antes de ir a la ducha.
Nuestro amigo se encuentra mejor pero sigue un poco tocado tanto física como moralmente por la rabia que le da el haberse tenido que quedar en dique seco.

Antes de cenar y sin un líder que tome el mando, damos una vuelta, sin rumbo fijo, que si por aquí, que si por allá; que si patatín, que si patatán de manera que para cuando nos damos cuenta estamos con los culines de sidra mientras nos dan paso para subir al comedor.
Puré de verduras y merluza al horno con patatas panadera y por supuesto, más arroz con leche.
Chupito y a la cama. A un par de astrónomos recalcitrantes les da por lo de la bóveda pero duran poco porque hoy la temperatura es mucho más baja que en días anteriores.

VIERNES

Hoy hace más fresco y como tocan retirada hemos quedado para desayunar un poco más tarde para poder hacer las maletas.
El parte médico no contiene bajas ni gástricas ni musculares de lo cual nos congratulamos todos.
Pedimos la factura y pagamos después de que las cuentas hayan salido a la primera, circunstancia que no nos debe extrañar dada la pericia y veteranía adquirida por el tesorero tras unos años de zozobra.

Para la 10 estamos otra vez en Pola de Somiedo para hacer alguna compra de productos típicos y sin café ni nada tomamos rumbo a Ribadesella con una parada para el cafelito del ángelus.
Nos desviamos hacia el pueblo de Cuevas cuya característica peculiar es la entrada que se hace a través de un túnel que en realidad es una cueva, la Cuevona, con todos los requisitos para ser considerada como tal, es decir, con sus estalactitas y estalagmitas incluida la iluminación típica de las que están abiertas al público. Recorremos el pueblo, que se acaba enseguida y a comer a Ribadesella. Lo hacemos en un restaurante tomado al azar pero sin méritos para incluirle en la lista de templos gastronómicos de la famosa guía Jubiltaldea.
Un paseo hasta la desembocadura del Sella y como despedida un chupito en la terraza de un bar donde de paso cerramos y ajustamos los flecos que quedaban de la parte económica.

Llegamos a casa pasadas la 7, sin problemas.

Esta crónica podría haber sido más corta o más prolija. He intentado que sea un término medio, lo suficiente para que con su lectura y con las fotos sirvan para recordar, personalmente a cada uno, aquello que ha contemplado y ha vivido en estos cuatro fenomenales días de convivencias.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Martes 29, Ugao-Miravalles-Artanda-Arrigorriaga


MIRABALLES – MONTE ARTANDA – ARRIGORRIAGA


Superada la dura prueba, de los más intrépidos, por tierras asturianas empezamos hoy las excursiones normales y semanales del nuevo curso. Y recalco lo de normales, para que no se nos olvide en el futuro
El guía alfa, muy considerado, nos prepara una cosa sencilla para que no nos atragantemos: no necesitamos madrugar, no usamos los coches, el desnivel a superar es poco más de cuatrocientos metros y la duración de la marcha no llega a cuatro horas. ¡Guay!
Llegamos a Miraballes hacia las diez y cuarto y tomamos un café atendidos por un mesero realmente cachondo y bromista.
Comenzamos a andar pasando el puente que cruza el río Nervión cogiendo una carretera, a la izquierda, asfaltada y con cierta pendiente.
Terminado el asfalto nos adentramos por caminos en medio de un bosque de pinos pasando por diferentes barrios y grupos de caseríos, haciendo una breve parada en la ermita de San Blas. Un día más hacer mención a lo cuidado de la mayoría de los caseríos que nos encontramos por el camino.
Con algunas dudas, como siempre, pero sin grandes problemas gracias a los “orientadores” llegamos al claro final próximo a la cima del Artanda. Txampa final de dura pendiente y con la boca abierta por el esfuerzo llegamos a nuestro destino.
En su geodésico, situado a 554 metros reponemos fuerzas y tras un breve descanso iniciamos el descenso. El de hoy es también sencillo y por el camino visitamos la ermita de San Segismundo.
Sin agobios pero bastante acalorados y sudados llegamos a Arrigorriaga y sin demora buscamos un lugar apartado para cambiarnos de indumentaria: nuestros cuerpos no están ya para exhibiciones.
Limpitos y aseados visitamos el batzoki, nos tomamos un refrigerio y sin más nos vamos al restaurante Poli ya conocido de una visita anterior.
La comida sin nada destacable y la tertulia como siempre larga y entretenida. Nos quedamos los últimos y toca abandonar el local.
Con un sol de justicia vamos a la estación del tren y cuando llega los cogemos para volver a Bilbao y algunos seguir en el metro hasta nuestra casita.

Y sin más escribo esta crónica en Las Arenas a 29 de Septiembre de 2009

jueves, 17 de septiembre de 2009

Martes 15 de Setiembre Gobela-Gorliz

Son las 10,45. Estación del metro en Gobela.
Temperatura agradable, predicción meteorológica preocupante, en plan de gota fría y tal, situación atmosférica a esa hora: normal.
Nos juntamos nada menos que ocho jubiltaldeos con ánimos irredentos de llegar hasta Górliz.

Como no hay bares a la vista, no se siente tanto la necesidad así que empezamos a andar sin más preámbulos que los salutatorios después de un verano sin vernos.
El paseo, pues hoy está calificado como tal, transcurre por zonas de Getxo que atraviesa el río Gobela, entre la avenida de los Chopos y la autovía.
Rodeamos el humedal de Bolue, con una población considerable de patos, seguimos por la parte trasera de Fadura y en la cervecera de Sta. Ana giramos a la izquierda para adentrarnos en el casco de Berango.
Nos sorprende una nueva urbanización de diferentes chalets individuales, algunos todavía sin acabar, de tal categoría que bautizamos a la zona como “costa aún más rica”.

A todo esto, siempre conducidos por un guía titulado, dialogante y buen conocedor de la zona.
Por cerca del Eroski de Berango tomamos la ruta peatonal, con bidegorri incorporado, que transcurre paralelo a los nuevos viales y que nos lleva hasta la playa de Sopelana.

Viendo el mar nos entra un pequeño canguelo pensando que la gota fría se había adelantado pero se nos pasa rápido porque después de hacer los convenientes análisis de velocidad y dirección llegamos a la conclusión de que la lluvia se desviaba a la izquierda mientras que hacia la derecha todavía se vislumbraban algunos claros.
Este dribling nos anima a tomar el cafelito, e incluso la manzana, en el jardín de un hotelito cerca de Sopelmar. Hay que reconocer que los 15 minutos que le hemos dedicado han merecido la pena por lo bien que se estaba.
Bordeando el acantilado nos dirigimos hacia Barrica pasando por Meñakoz, pequeña cala de piedras pero muy visitada por la juventud. Ahora el sol casca de veras sobre todo en las zonas donde estamos protegidos de la brisa que casi siempre suela coincidir, no sé por qué, con tramos de subida.

Así llegamos hasta las primeras casas de Barrica donde se encuentra el famoso bar “El Golfo”
Y hete aquí que un espontáneo, sin homologar, se nos hace con el mando. Guía, que sin escuchar las voces sensatas ni mirar la masa negra, pero que muy negra, de nubarrones que se acercaban galopando por el horizonte, nos hace dar un rodeo por toda la costa, incluida la punta llamada de Txitxarropunte para que pudiésemos disfrutar desde allí una vista de la bahía de Górliz que verdaderamente es una maravilla, eso nadie lo pone en duda, pero no con lo que se nos venía encima.

“Vamos rápido que nos llueve” “Vamos que nos va a llover” pero ni caso. Ciego y sordo en cantidades industriales.
Todavía nos da tiempo para pasar cerca de la playa nudista, con algún objeto rotundo que algunos tienen ánimos de atisbar y después del asilo cogemos la carretera cuando el viento se deja notar y empiezan a caer algunas gotas en plan de aviso.
Y claro, nos coge en la pasarela que transcurre paralela a la ría hasta la estación. Son 300 m. sin defensas ni protección alguna ni, posibilidades de encontrarlas. Precisamente tiene que ser aquí cuando nos cae la tromba de agua acompañada de fuerte viento que hace inútiles los paraguas y los chubasqueros. De media cintura para abajo todos hundidos.
Protegidos en la estación del metro esperamos a que pase lo peor, sólo ha durado diez minutos, para cruzar el puente y dirigirnos al Batela donde con un vinito-caña o txakolí nos adecentamos como podemos.
Dos jubiltaldeos se nos unen en este punto y ante la imagen que dábamos no pueden más que esbozar una sonrisa sardónica. Otro vinito para hacer tiempo y a las dos y media sentados en la mesa para dar cuenta del menú del día, digno pero sin más.

¿Y el guía espontáneo? Pues ni un ápice de arrepentimiento.

Todavía un poco húmedo, escribo esta crónica, como cronista becario, en Górliz a 15 de Septiembre de 2009.