jueves, 22 de octubre de 2009

ALTO DEL PANDO 20-10-2009

MONTE PANDO


Hoy casi rompemos un principio estatutario básico: por poco nos quedamos sin comer.
Sin prisas y sin madrugar nos vamos, pasado Godexola hasta el aparcamiento de Irazagorria, unos con cafeína en vena y otros a secas. Por caminos conocidos, de nuestra visita del año pasado, iniciamos la ascensión abandonando al poco tiempo la zona asfaltada para meternos en un bosque de confieras que nos acompaña durante todo el día.
La cantidad de caminos y senderos y el precoz avistamiento de níscalos nos despistan en ocasiones, pero los orientadores están atentos y con pequeñas dudas y reuniones breves del sanedrín vamos cogiendo altura en la dirección adecuada.
Llegamos pues sin muchos líos a la cima del monte Pando y en ella descansamos y comemos el amaiketako.
El descenso se inicia con el guía alfa en cabeza y el resto del grupo entretenido en la recogida de setas.
El tiempo pasa y el conductor del grupo parece ligeramente preocupado por lo que aumenta el ritmo de marcha.
En un momento determinado pasamos por la ermita de Santiago y nos vamos orientando dentro de la multitud de senderos. La cosa se lía y llegados a un punto entendemos que vamos mal y retrocedemos.
Tras andar y andar, más de lo necesario, acabamos cayendo a un estrecho valle sin ver por ningún lado la carretera que nos llevaría al parking.
El guía considera que tenemos que ir a la izquierda y después de andar un buen rato nos topamos con la casa torre Urdangi donde preguntamos por nuestro destino. Error de bulto, es la conclusión que sacamos de las respuestas recibidas de unas damas asomadas al balcón. Vuelta atrás y a seguir caminando por donde habíamos venido. El tiempo pasa y un paisano nos indica un teléfono de un restaurante. Llamamos y nos dan una hora máxima. El tiempo se agota y no llegamos, así que volvemos a llamar para anular la reserva.
Salimos por fin a la carretera general. Por ella y con cierto riesgo nos dirigimos hacia el aparcamiento, previa consulta a una señora asomada a una ventana sobre la dirección a seguir.
Una avanzadilla va primero hasta el bar-restaurante La Torre (creo), el mismo donde habíamos llamado y nos habían anulado la reserva por pasarnos de la hora y tras arduas negociaciones consiguen que nos den de comer.
El sitio es un poco lúgubre, como de bar de pueblo de los de antes, y la mesera nos atiende con una cara de perro de las que hacen época: sin duda la hemos hecho una putada al tenerse que quedar a servirnos.
Según opinión del contable, y dado el lugar y las “instalaciones”, nos han “sancionado” por nuestra llegada a horas intempestivas, pero de lo malo, malo hemos comido así que la sobreprima se asume sin sacar nuestra vena de jubilados.
Salimos a la calle y el “micólogo” nos suelta un rollo sobre las diferentes setas recogidas, para acabar su disertación como siempre: ésta tirar.
Repartidas las setas y unos racimos de uva traídos también por el micólogo desde La Rioja damos por finalizada la jornada y nos volvemos a casita, cansados y cargados de viandas.

Y para que conste escribo esta crónica en Las Arenas a veinte de Octubre de 2009


Las fotos como siempre en http://picasaweb.google.com/Jubiltaldea

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