ENTRE OTXANDIO Y BARAZAR
Fracaso total y éxito total. Sugerente comienzo, para un día también sugerente.
El guía alfa nos falla. El suplente nos viene con un libro de montes de la época de Prim, que ya en otras ocasiones nos ha dado problemas. El responsable de logística no ha hecho los deberes previos… ¡desastre total!
Nos encontramos y rejuntamos en Barazar en el bar habitual. Después del cafelito nos vamos hasta Otxandio y llegados al pueblo tenemos que preguntar: nos hemos pasado de frenada. El campo de fútbol del Vulcano, lugar de referencia para el inicio de la andadura, está antes de la entrada del pueblo. Por fin lo localizamos. Salimos de los coches y… no sabemos seguir. Preguntamos a un jubilado BBVA que encontramos y nos da una ligera orientación. Seguimos andando y a los diez minutos estamos convencidos de que vamos mal. Vuelta atrás y a buscar referencias indicadas en el libro. Por fin vemos el río Montevideo y nos confiamos de ir por el buen camino (y va sin segundas).
La andadura continúa por un paraje boscoso y tranquilo donde, además, la falta de pendientes pronunciadas hace el caminar más llevadero. Mientras avanzamos los seteros van buscando setas y algunas encuentran (de las comestibles, de las desconocidas hay por miles).
El bosque, unas veces de cipreses, otras de pinos y excepcionalmente de hayas nos cobija con su sombra. Hace un día magnifico de temperatura, cielo azul y atmósfera limpia. En los pocos trozos de claros con los que nos topamos nos detenemos a disfrutar de las vistas: Gorbea y su cruz por un lado y Amboto y sus farallones por el otro.
El paseo sigue siendo agradable y hacia las doce y media nos damos cuenta de que vamos fatal y nuestro objetivo de hoy (el monte Altungana) vete a saber donde coño está. Lo del título de la crónica es porque llegados a este punto un cartel indica que Barazar está a tiro de piedra.
Buscamos un claro para descansar y desde la altura en la que nos encontramos podemos disfrutar del valle que se extiende a nuestros pies y de la mole rocosa del Amboto.
Recuperadas las fuerzas y para evitar males mayores volvemos por donde hemos venido. El descenso-regreso se nos hace más corto y a las dos y poco ya estamos en los coches.
Cambiados y aseados vamos a nuestro segundo objetivo: el templo gastronómico de Ubidea.
El de logística no se había enterado de que tenía que haber llamado previamente para ver si tenían boletus y nos tememos lo peor. Por suerte la cosa se arregla y sin previo aviso, nada más sentarnos a la mesa, nos sirven unos revueltos de hongos que están de muerte.
Del resto de platos y viandas no digo nada nuevo: magnifico en cantidad, calidad, servicio y atención. El restaurante Urbide y Josune en particular nos tratan de diez.
Salimos como siempre los últimos y nos vamos hasta la quesería, en busca de quesos, pero está cerrada. Volvemos al pueblo y ahora nos metemos con los nogales y las nueces. Recolección provechosa y final feliz.
Todo lo contado hasta ahora puede ser una simple recreación literaria, ya que para redondear el día debo decir que el equipo de “audiovisuales” ha fallado a la cita en su totalidad (titular y suplentes) y por tanto no vamos a contar con documento gráfico que certifique lo narrado y sucedido.
Como se ve fracaso total y éxito total. No hacemos nada de lo previsto pero hemos pasado un día muy agradable, con un paseo de los que apacigua el espíritu y con, finalmente, degustación de hongos. Éxito total por tanto.
Y sin más y con muchos planes para próximas semanas nos volvemos a casa felices como perdices.
Y para que conste escribo esta crónica en martes y trece en este caso de octubre de 2009
jueves, 15 de octubre de 2009
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