miércoles, 20 de junio de 2012

19-6-2012 JOAR


CODES
19/06/2012


Después de parar en Altube para agruparse los tres coches de distintas procedencias y de paso tomar el café, los 10 jubiltaldeos que hemos acudido a la cita salimos a las 9 en dirección a nuestro destino.

Pasamos por Azuelo, nos desviamos a Torralba del Río y a las 10:15 paramos los coches en el Santuario de Nª Sª de Codés (800m ).
Aquí se nos une otro jubiltaldeo, en la actualidad vecino de un pueblo cercano, cuya indumentaria; pantalón corto, pañuelo pirata a modo de gorro, botas de cazar y medias hasta las rodillas al estilo mariscal Montgomery, levanta comentarios de sana admiración.

Empezamos a andar a las 10:20 con cielo plomizo amenazando lluvia y como ya es habitual, subiendo. El camino es se piedrilla, bastante amplio, flanqueado por enebros y quejigos (roble carrasqueño) de diferentes edades. Excepto en un punto, en el que en su día se supone que hubo algún charco, el barro es inexistente.

Pululan sobre nuestras cabezas un buen número de moscas que a medida que  rompemos a sudar se vuelven más pesadas.

Todo es ascenso alternando pendientes de cierta consideración, de esas en las que se oye en las sienes el bombeo del corazón, con falsos llanos por desgracia cortos, que no nos permiten recuperar el pulso.
Pasada una media hora salimos de la pista y tiramos a la izquierda por un sendero más estrecho con la misma vegetación, el mismo piso y las mismas moscas. A medida que avanzamos, sube que te sube, la vegetación y las moscas disminuyen hasta desaparecer estas últimas pero la piedrilla es sustituida por piedras más grandes a formando escalones que a los paticortos nos supone un esfuerzo adicional.

Sigue sin llover pero la niebla se va haciendo cada vez más espesa.
En el collado La Lana (1.250 m.) estamos a las 11:10 para emprender el último tramo. La niebla continúa y una parte del grupo decide no seguir mientras el resto, animados por el guía y con la certeza de que conoce el camino le seguimos. Mucha fe tenemos porque la visibilidad es de  20 o 30 metros.

Después de atravesar un tupido bosque de hayas, oscuro, con niebla, casi todo en colores grises que lo hacen fantasmagórico divisamos las 4 patas de la antena y la caseta que se encuentra junto a ella. Son las doce menos diez cuando tocamos el monolito que indica la cumbre del Joar o Yoar (1.416 m.) en la sierra de Codés o Kodes. De vistas, que tienen que ser preciosas, nada de nada.

Descendemos un poco para tomar el amaiketako ya que el viento es frío y pasadas las 12 emprendemos el regreso siguiendo el mismo camino que a la ida. Afortunadamente la niebla no ha ido a más  y, salvo unas gotas, tampoco nos llueve.

Con una parada para recolectar algunas fresas silvestres y un par de resbalones sin consecuencias a la 1 estamos en los coches acompañados de las moscas que han vuelto a aparecer a la altura en la que les hemos dejado a la subida.
Ahora sí ha empezado a llover con cierta entidad pero pronto escampa.

En la plaza de Espronceda, donde en un termómetro marca 19º,  paramos a tomar un vino pagado por un jubiltaldeo, futuro suegro, para celebrar que su hija se casa. Como se encuentra con un amigo (o ha ido a buscarlo) del lugar, hay repetición esta vez a cuenta del amigo.

Recorremos una media hora de kilómetros hasta llegar al polígono industrial de Villatuerta  donde está el restaurante con la mesa preparada para los once.
Comemos bien, sin poner peros a nada, destacando los garbanzos con verduritas y con la berza servida aparte.  Nos acordamos de algún ausente al que le hubiesen salido las lágrimas de emoción.
El jubiltaldeo que nunca toma postre, hoy, sin decirle nada, lo ha pedido y encima se lo ha comido. No nos ha aclarado si va a hacerlo a partir de ahora o porque no está presente uno de sus amigos andarines actualmente por el sur.

Hay poca sobremesa porque tenemos que ir a Arróniz a comprar aceite y conservas.

Una vez realizadas éstas nos volvemos para casa bien cargados de producto acompañados por un par de chubascos.

Se escribe esta crónica en Algorta, a punto de iniciarse la estación del verano. 

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