ARRUGAETA 05/04/2011
Hoy nos toca Zeberio, extenso municipio con infinidad de barrios.
El tiempo es extraordinario, algo fresquito a primera hora y no se ve ninguna nube.
Los 12 jubiltaldeos presentes empezamos a andar a la hora habitual, es decir algo pasadas las 10, después de tomar el café en la Herriko taberna de Zubialde donde el alguacil nos provee de un mapa de la zona para, como nos dijo al despedirnos, que no nos perdiéramos ya que luego les tocaba a ellos ir a buscarnos.
Por el barrio de Egia y tras unos metros de camino hormigonado y cómo no, cuesta arriba, entramos en un tramo de yerba alta todavía mojada por el rocío y los primeros signos de barro, todavía no preocupantes. No volveremos a pisar firme con cemento hasta la vuelta
Seguimos luego durante un buen rato, atravesando un frondoso pinar, paralelos a la carretera pero a cierta altura.
El talante del guía alfa y su carácter conciliador propicia decisiones asamblearias en cada cruce de pistas forestales que se resuelven para bien, unas veces con la suerte y otras mandando exploradores.
Tomamos ahora una pista ascendente hasta un cruce de caminos donde hay una señal que nos indica que a Zubialde son 1.200 m. Como ha pasado casi una hora desde que hemos empezado a andar todo hace suponer que no hemos llegado hasta aquí por el camino correcto.
Cambiamos el pino por el eucalipto pero no dejamos para nada el barro y los charcos, algunos de profundidad difícilmente estimable porque no se ve fondo, que hacen que su vadeo sea un ejercicio de equilibrio y pericia para poner el pie en el lugar oportuno.
A las doce menos cuarto estamos en lo que podríamos llamar un collado al que hemos llegado después de subir un fuerte y largo repecho con barro arcilloso y roca bastante resbaladiza que hace que el personal vaya silenciando poco a poco sus conversaciones.
Atravesamos un precioso bosque de hayas trasmochas que todavía no han empezado a brotar y, dejando a nuestra derecha el Untzueta, seguimos ruta hasta el Arrugaeta (672 m.) a donde llegamos un cuarto de hora después del ángelus.
Hoy el amaiketako es sencillo, sin extras. No hace ni gota de viento y la clase de orografía es amplia porque desde donde estamos se ve casi todo.
La pérdida de una prenda, que es rápidamente localizada por su dueño, con la disposición del grupo a ayudarle en su búsqueda, suscita algunos mimos y celos particulares al comparar la apatía que tuvo lugar cuando en el Mampodre perdió su navaja y no se movió nadie. Después de explicarle pacientemente que no es lo mismo bajar cuarenta metros que subir 300 y luego volverlos a bajar, el asunto queda zanjado.
A las 12,30 iniciamos el regreso por un camino diferente que nos evita la pendiente del tramo de la zona resbaladiza pero que no nos salva de los barros y charcos que en diferentes tramos siguen apareciendo. Así llegamos después de un descenso continuo al nivel del erreka Egía que nos acompañará con su murmullo hasta donde hemos dejado los coches.
Son las 2 del mediodía y el calor se nota. Nos adecentamos, nos desbarramos las botas y nos tomamos el vinito a cuenta y en honor de uno de los jubiltaldeos que a pesar de la edad alcanzada mantiene intacta su forma física y su lozanía.
Comemos en la Herriko Taberna, bien atendidos y amablemente tratados pero sin mucha variación gastronómica. El tema durante la comida y la sobremesa versa, naturalmente, sobre la semana del Camino de Santiago que el lunes día 11 comienza. Los flecos quedan, creo yo, aclarados pero se repasan tomando unos chupitos al aire libre para que los fumadores disfruten, aire libre cálido pese a estar bajo la sombra de un toldo. Y así charlando nos da la hora de iniciar el regreso a casa.
Llegamos, según distancia y calculando una media aritmética, hacia las 6 de la tarde.
En Algorta se escribe esta crónica de urgencia por nuestro enviado especial a Zaberio, el 6 de Abril de 2011.
domingo, 10 de abril de 2011
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