Al día no se le puede poner pegas. Aunque al principio hay nubes terminamos con sol y calor.
Nada más pasar el puente, por el barrio de Sasía comenzamos a subir sin contemplaciones, primero por pista de hormigón y luego por camino de tierra y piedra que afortunadamente no tiene barro.
En un punto conectamos con la carretera que viene de Cruces y termina en el barrio de Sta. Agueda en donde, frente a la ermita del mismo nombre que es del S. XVI pero restaurada recientemente sacamos la primera foto del día.
Hasta llegar al Arroletxa de 454 m. a eso de las 11:30 tenemos un buen trecho de cuesta por un camino tipo torrentera con grandes piedras a modo de escalones que hace que vayamos en silencio, silencio que poco a poco se iba estableciendo a medida que pasaba el tiempo de la media hora que nos ha durado la subida.
En algún momento han aparecido galampernas y coprinus que nuestro setero flanqueado por sus ayudantes ha ido poniéndolas en la bolsa reglamentaria de tela.
Ya desde esta cumbre empezamos a tener unas vistas espectaculares del gran Bilbao hasta el Abra donde resalta un crucero de diez pisos, blanco él, atracado en el muelle.
Paseando y cogiendo setas, ampliado el surtido a los champiñones, hacemos cumbre en el Tellitu de 458 m. desde donde tenemos vistas al Ganeko, al famoso Galarraga y más hacia el sur la Virgen de Orduña.
Antes de hacer el hat-trik paramos para el amaiketako, no durante mucho tiempo porque en la crestería hace bastante viento.
Las setas van aumentando y se empiezan a anotar los pedidos para llevar a casa e incluso, si hay sitio, organizar una comida en el txoko.
En el Sasiburu de 459 m que da nombre a la sierra sacamos otra foto y para las 12:30 iniciamos el descenso a los coches por una ruta opuesta a la que hemos traído que, como no tiene campas, no tiene ni búsqueda ni recolección de setas, es decir la hacemos todo seguido, sin dispersarnos.
Paramos en la ermita de Sta. Kiteria, situada en un lugar que animaba a quedarse a comer por su entorno y por el tiempo.
Para las 2 estamos cambiándonos para ir a comer al Batzoki donde tenemos reservada mesa.
Pero antes no puede faltar el txakoli o caña que la acompañamos con la sorpresa de un par de boletus, recogidos con sigilo por el maestro setero, laminados, aceitados y con sal que nos han sabido a gloria.
La comida, comida sin más comentarios. Sobremesa con algún chupito y planes para La Rioja y posible comida en el txoko si las fechas lo permiten.
El ecónomo se ha venido arriba y nos ha puesto un tributo de 18 eurakos
A las 5 en casa.
Reseña escrita en la parte alta de Algorta.