LARRUN
04/09/2012
Por fin vamos a subir a Larrun. Además es un
día importante para Jubiltaldea porque supone el inicio de su
internacionalización.
Quedamos a las 8:15 en el área de descanso
próxima al peaje de Durango para ir juntos los 9 jubiltaldeos que hoy, aunque
desentrenados estamos operativos, hasta el punto de encuentro fijado por Jean
Pierre en el Leclerc que está junto a la salida nº 2 de la autopista nada más
pasar la frontera.
Vamos muy bien de tiempo así que para seguir
la tradición paramos en la última gasolinera donde tomamos un cafecito (de
máquina) y compramos pan para la comida.
A las 9:45 conectamos con Jean Pierre, que
como luego comprobaremos es un gran conocedor de la zona, y su amiga Françoise
o Pantxike. Tras las presentaciones y saludos de rigor, mucho más efusivos, por
el reencuentro, con los tres jubiltaldeos que hace poco hicieron el Camino de
la Plata junto con él, nos dirigimos a Oleta para iniciar la ascensión.
El día está nuboso pero después del chaparrón
que nos ha caído al venir ya no vuelve a llover en todo el día si bien en
algunos momentos parece que lo va a hacer.
A las 10:10 comenzamos a andar. Dedicamos
cinco minutos para atravesar una zona llana, sombría y húmeda pero aquí se
acaba nuestro gozo porque inmediatamente empezamos a subir.
El sendero está seco, es de buen andar y no
tiene, por ahora, pendientes exigentes. Hay robles de gran porte y un par de
ellos están heridos como consecuencia de los rayos. Vemos también algún castaño
aislado pero en general a los lados del camino hay zarzas (cuyas moras sirven
de avituallamiento) y bastante helecho.
A medida que cogemos altura ya se pueden ver los pueblos de la zona fronteriza que Jean Pierre se encarga de ir señalándonos. Por ahora vamos bien pero nos llega una cuesta, que nos dura 15 minutos, de esas que conviene ir en silencio para conservar las fuerzas y además con un piso escalonado irregular que penaliza a los más bajitos.
Llevamos una hora andando desde que hemos
salido cuando llegamos a la venta Yasola (300m.) donde estaban poniendo los
platos en las mesas lo que origina un conato, que no triunfa, de reservar mesa
para la vuelta y olvidarnos de nuestras propias viandas.
Hacemos una parada de cinco minutos que
aprovechamos para la foto, continuar con las clases de geografía y como el sol
empieza a asomarse, ponernos crema. Hay dos acebos enormes, de llamar la
atención y aparecen los mojones que marcan la frontera entre Francia y España y
que continuamente iremos traspasando.
Por una pista en perfectas condiciones,
flanqueados por alerces, caminamos cómodamente durante una media hora hasta que
la abandonamos para subir y subir y subir por un sendero estrecho entre pinos y
a partir de cierta altura sólo helechos.
Ahora, son las 11,40 y ya podemos ver la cima
con sus edificaciones y antenas. Estamos situados al N.O., más o menos en la
vertiente opuesta a la de la subida del tren cremallera. Hace bastante brisa y
las vistas que desde aquí se aprecian son un anticipo de las que podremos ver
desde arriba porque estamos sólo a 585 m. de desnivel
Paramos 10 minutos. Bebemos un trago de agua
y picamos algo pero sin fundamento, que si plátano, que si una barrita
compartida pero amaiketako, lo que es amaiketako nada de nada.
Nos dividimos en dos grupos para hacer la
última champa. Unos con Jean Pierre, por la directísima, trepando en algunos
momentos como cabras y otros por la pista con unos desniveles que se las traen.
A las 12:45 estamos todos en la cumbre (905
m.) pero hay bastante niebla que nos impide apreciar lo que se tiene que ver
desde aquí en 360º.
En uno de los tres bares-restaurantes-tienda
de suvenires que hay nos tomamos una cerveza tranquilamente, tranquilidad que
tiene su premio porque poco a poco la niebla se vuelve a disipar y otra vez
luce el sol.
Por si acaso, salimos rápidamente para poder
ver desde Las Landas hasta Fuenterrabía y un sinfín de cumbres, algunas todavía
con su sombrero de nubes, que no viene a cuento enumerarlas ahora.
Por supuesto hacemos la foto y se descorcha
una botella de cava para celebrar la apertura a nuevos horizontes
internacionales.
Descendemos unos metros y en un socaire
procedemos al almuerzo. Son las 2 menos cuarto y en media hora damos cuenta de
las viandas que cada uno aporta destacando, por el pique de sus autores y vive
dios porque estaban muy buenas, dos tortillas de patata, acompañando a todo
tres botellas de vino.
Los trenes siguen llegando, ahora de dos en
dos y llenos hasta los topes (11€ ida o vuelta y 17€ ida y vuelta).
Nosotros, después de intentar por parte de
algunos dormitar algo, a las tres iniciamos el descenso por la otra vertiente
atravesando las vías. Al principio es una bajada con mucha pendiente, de piso
muy irregular con yerba y piedras.
Hay nubes amenazantes pero no descargan agua.
Uno de los nuestros en un giro oye y siente
un crrrass en la rodilla que, como todavía está caliente, se puede calificar de
pronóstico reservado aunque con mala pinta.
Después de dos horas de bajada continua sin
apenas paradas y en las que las rodillas y los dedos de los pies sufren
bastante, terminamos el descenso completando el recorrido circular. El lisiado
se ha portado con gran pundonor sin que haya salido de su boca ni un ¡ay! ni un
quejido pese a los motivos que ha tenido para hacerlo.
Según el GPS de Jean Pierre hemos andado
11Km. a 2,8 Km/h con un tiempo efectivo de marcha de 3h 52m.
Nos cambiamos y a las 5:15 salimos para casa.
Una parada en Amorebieta para hacer cuentas tomando una caña y sin más
incidencias llegamos a casa.
Se escribe esta crónica en el bello municipio
de Górliz, con tiempo espléndido y marea alta, el 5 de Septiembre de 2012.
NOTA: El último parte médico emitido sobre la
rodilla habla de un mes de baja operativa pero afortunadamente sin secuelas.