SEGUNDO ASALTO AL BURGUEÑO
26/01/2010
Como el primer asalto resultó fallido por ausencia del guía alfa y la audacia de algunos miembros de la cordada que, con el ansia de hacer cumbre, erraron en las vías de aproximación, volvemos a tomar como meta este objetivo.
Son las 9 a.m. y ya estamos los 12 jubiltaldeos, todos dispuestos en el punto de partida (430m.) y en perfecto orden de revista.
Las predicciones meteorológicas no son muy propicias pero el día está radiante así que, eso sí, bien pertrechados por si acaso, ya que nuestra fe en los meteorólogos va desde la total incredulidad al “a lo mejor aciertan”, iniciamos la marcha.
Este monte tiene claramente tres fases:
Aproximación: la realizamos a través de una amplia pista forestal de aproximadamente una hora de marcha. Transitable en algunos tramos, embarrada en parte sí y en parte no, y totalmente embarrada en otros debido a la maquinaria utilizada para la entresaca de los bosques de enormes y rectos abetos, pinos normales y cipreses de Lawson , que nos acompañan durante todo este recorrido.
Por el norte ya empiezan a aparecer las nubes.
Circunvalación o rodeo: Desde los Ilsos de Rivacoba hasta el collado, por un estrecho camino, de sube y baja, sin otra alternativa, totalmente embarrado, en fila de a uno, siguiendo las huellas de los “motos G.P” que toman la delantera y que nos lleva unos tres cuartos de hora.
Las nubes ya las tenemos encima y en algunos momentos chispea.
Asalto final: Desde el collado hasta la cumbre (1.044m). Ya empieza el sirimiri a caer en forma blanca sin llegar a ser copos. Tenemos la suerte de que no hace viento pero las nubes se convierten en niebla que, a la vez que ascendemos, va disminuyendo la visibilidad hasta que, en la cima, queda reducida a unos veinte metros. Andamos con cuidado de no resbalar porque hay zonas ya heladas que nos podían llevar, en caso de caída incontrolada, a vaya saber usted donde pero siempre hacia abajo. Lógico.
Total, dos horas y media desde que hemos empezado a andar.
Permanecemos el tiempo justo para sacarnos la foto ya que, dadas las circunstancias, de admirar el paisaje nada de nada.
Iniciamos el descenso, agrupados y con mucho cuidado, hasta encontrar verdes praderas para poder hacer el avituallamiento, que dicho sea de paso, ya va siendo hora, pero que se compensa con un cafelito caliente propiciado por la generosidad de un miembro de la expedición que ha cargado con el termo y los correspondientes vasos hasta aquí.
A medida que vamos descendiendo, por el mismo camino de la ida, se van abriendo claros e incluso se ven algunos rayos de sol que reavivan los tonos verdes de las laderas y que nos permiten ver el paisaje.
Cuando llegamos a los coches, a eso de las dos del mediodía, arrecia un poco el viento y podemos contemplar al fondo el monte donde acabamos de estar, que por cierto se nos antoja un poco lejos. Esto sin duda alguna, nos produce una íntima satisfacción por el deber cumplido, éxito que se debe en parte a nuestra forma física y en parte a la mano férrea del guía alfa que no permite ningún tipo de experimento, atajo o “yo creo que por aquí salimos al mismo sitio”.
La comida, con sitio previamente reservado en el bar-restaurante-posada Calera, en Valle de Villaverde (Cantabria) (Telf. 946809076), es de las que debemos tener en cuenta.
Solamente necesitamos algún otro día más, con el fin de excluir las casualidades, para poder incluirle en la categoría de templo gastronómico, al menos con una cuchara. Los garbanzos con berza y los huevos con jamón y patatas fritas caseras, entre otros, logran prendar a más de uno de nuestros entendidos gastrónomos.
Y desde aquí iniciamos el regreso tranquilo, sin la anunciada lluvia, para llegar a casa sin contratiempos cuando ya está a punto de oscurecer.
En Algorta a 28 de Enero de 2010, año, al parecer, de los brotes verdes.
jueves, 28 de enero de 2010
viernes, 22 de enero de 2010
19-1-2010 GORBEIA
GORBEIA DESDE ZARATE
19/01/2010
No nos estaban resultando los hados muy favorables en las dos últimas salidas al Gorbeia y al Ganerantz (ésta concretada en un caldito en La Arboleda y para casa), ambas fallidas por causas climatológicas adversas.
Se palpaba en el ambiente jubiltaldeo cierto mono de gesta montañera así que nuestro estratega, aprovechando la apertura de una ventana en el cielo, cual si fuese el lanzamiento de una nueva misión espacial, fijó las coordenadas para un nuevo asalto al Gorbeia.
Con mucho ánimo, a las 9 estábamos 10 jubiltaldeos y una sobrina en el restop de Altube para reagruparnos y tomar el cafelito, por cierto, bastante caro.
Debido a una comunicación deficiente, no todos hemos traído comida por si teníamos que comer en el monte, por cuestiones de horario, lo que origina un breve debate sobre si nos dará o no tiempo para comer como Dios manda y los estatutos no escritos establecen. Al final, se compra una barra de pan, por si acaso, pero la firme determinación de los forofos estatutarios me hace pensar que hoy no comemos de bocata.
Dejamos los coches en Zárate, junto a una fuente de agua cristalina cuya utilidad para cuando regresemos está en la mente de todos, y rápidamente nos pertrechamos para la subida.
Son las 9.30, la temperatura aquí abajo (720m. más o menos) es agradable y el cielo está plomizo con nubes bajas que no nos permitirán contemplar el paisaje.
El barro, el agua, la nieve y todos estos elementos tomados de dos en dos y/o de tres en tres, nos acompañan en la ascensión, que la hacemos, según los expertos, manteniendo, e incluso mejorando, los tiempos que de vez en cuando aparecen en los carteles indicativos.
A medida que vamos subiendo, sin excesiva pendiente, los pinos, los robles y algún que otro acebo, van dejando paso al matorral y por último a la hierba pelada.
Como nos pilla de paso y hay hambre de cumbres, nos sacamos una foto en el buzón del Pagazuri (1.220m.) a unos 25 minutos de la meta.
Desde aquí, sin prisas, con un viento sur, frío y potente, cada vez más fuerte, pero sin nada de nieve, llegamos a la cruz en la que por razones obvias sólo permanecemos el tiempo necesario para la foto.
Durante la ascensión nos hemos cruzado con cuatro montañeros uno de ellos en pantalón corto, toma ya, y otros tres que han llegado a la cima por la vía norte.
El descenso lo hacemos por la misma ruta, con una parada en el bosquecillo donde la manzana y los frutos secos nos reponen las fuerzas. Dada la hora que es, se parlamenta la posibilidad de comer de cuchara y gracias a las modernas comunicaciones inalámbricas contactamos con el templo gastronómico de Ubidea donde nos esperarán hasta las tres y media. Esta noticia produce gran alivio, alegría y satisfacción de los presentes, sobre todo de los que no llevaban en la mochila más que el amaiketako.
Hay un momento en que empiezan a caer algunas gotas pero parece ser que es el resultado del cambio del viento, por otra parte ya anunciado por Ana Urrutia. Como quien no quiere la cosa, la bruma desaparece y empezamos a contemplar el paisaje que nos rodea.
Tras 5 horas (cinco horas) minuto arriba minuto abajo, de ininterrumpido caminar, llegamos a los coches. Nos adecentamos, algunos limpian primorosamente el barro de sus botas y sin más dilación nos vamos a Ubidea donde la comida, sin la espectacularidad de otras veces, cosa normal dada la hora que es, pero con la cantidad, el sabor y la simpatía de siempre, nos deja satisfechos.
“Chicos, total 15”
Antes de ir cada mochuelo a su olivo, pasamos por la quesería, ya a punto de cerrar por falta de existencias hasta la próxima temporada, para adquirir los pocos quesos de Idiazábal que les quedaban.
Como hoy hemos hecho monte, monte y además en condiciones que rozan la épica, el núcleo duro y responsable de Jubiltaldea se ha quedado satisfecho y no ha puesto pegas para que el vocal de salidas pueda pensar en alguna más tranquila para el próximo martes, si el tiempo acompaña.
Y sin contratiempos llegamos a nuestras casas cuando ya está empezando a caer la lluvia anunciada.
Algorta el 21 de Enero de 2010
19/01/2010
No nos estaban resultando los hados muy favorables en las dos últimas salidas al Gorbeia y al Ganerantz (ésta concretada en un caldito en La Arboleda y para casa), ambas fallidas por causas climatológicas adversas.
Se palpaba en el ambiente jubiltaldeo cierto mono de gesta montañera así que nuestro estratega, aprovechando la apertura de una ventana en el cielo, cual si fuese el lanzamiento de una nueva misión espacial, fijó las coordenadas para un nuevo asalto al Gorbeia.
Con mucho ánimo, a las 9 estábamos 10 jubiltaldeos y una sobrina en el restop de Altube para reagruparnos y tomar el cafelito, por cierto, bastante caro.
Debido a una comunicación deficiente, no todos hemos traído comida por si teníamos que comer en el monte, por cuestiones de horario, lo que origina un breve debate sobre si nos dará o no tiempo para comer como Dios manda y los estatutos no escritos establecen. Al final, se compra una barra de pan, por si acaso, pero la firme determinación de los forofos estatutarios me hace pensar que hoy no comemos de bocata.
Dejamos los coches en Zárate, junto a una fuente de agua cristalina cuya utilidad para cuando regresemos está en la mente de todos, y rápidamente nos pertrechamos para la subida.
Son las 9.30, la temperatura aquí abajo (720m. más o menos) es agradable y el cielo está plomizo con nubes bajas que no nos permitirán contemplar el paisaje.
El barro, el agua, la nieve y todos estos elementos tomados de dos en dos y/o de tres en tres, nos acompañan en la ascensión, que la hacemos, según los expertos, manteniendo, e incluso mejorando, los tiempos que de vez en cuando aparecen en los carteles indicativos.
A medida que vamos subiendo, sin excesiva pendiente, los pinos, los robles y algún que otro acebo, van dejando paso al matorral y por último a la hierba pelada.
Como nos pilla de paso y hay hambre de cumbres, nos sacamos una foto en el buzón del Pagazuri (1.220m.) a unos 25 minutos de la meta.
Desde aquí, sin prisas, con un viento sur, frío y potente, cada vez más fuerte, pero sin nada de nieve, llegamos a la cruz en la que por razones obvias sólo permanecemos el tiempo necesario para la foto.
Durante la ascensión nos hemos cruzado con cuatro montañeros uno de ellos en pantalón corto, toma ya, y otros tres que han llegado a la cima por la vía norte.
El descenso lo hacemos por la misma ruta, con una parada en el bosquecillo donde la manzana y los frutos secos nos reponen las fuerzas. Dada la hora que es, se parlamenta la posibilidad de comer de cuchara y gracias a las modernas comunicaciones inalámbricas contactamos con el templo gastronómico de Ubidea donde nos esperarán hasta las tres y media. Esta noticia produce gran alivio, alegría y satisfacción de los presentes, sobre todo de los que no llevaban en la mochila más que el amaiketako.
Hay un momento en que empiezan a caer algunas gotas pero parece ser que es el resultado del cambio del viento, por otra parte ya anunciado por Ana Urrutia. Como quien no quiere la cosa, la bruma desaparece y empezamos a contemplar el paisaje que nos rodea.
Tras 5 horas (cinco horas) minuto arriba minuto abajo, de ininterrumpido caminar, llegamos a los coches. Nos adecentamos, algunos limpian primorosamente el barro de sus botas y sin más dilación nos vamos a Ubidea donde la comida, sin la espectacularidad de otras veces, cosa normal dada la hora que es, pero con la cantidad, el sabor y la simpatía de siempre, nos deja satisfechos.
“Chicos, total 15”
Antes de ir cada mochuelo a su olivo, pasamos por la quesería, ya a punto de cerrar por falta de existencias hasta la próxima temporada, para adquirir los pocos quesos de Idiazábal que les quedaban.
Como hoy hemos hecho monte, monte y además en condiciones que rozan la épica, el núcleo duro y responsable de Jubiltaldea se ha quedado satisfecho y no ha puesto pegas para que el vocal de salidas pueda pensar en alguna más tranquila para el próximo martes, si el tiempo acompaña.
Y sin contratiempos llegamos a nuestras casas cuando ya está empezando a caer la lluvia anunciada.
Algorta el 21 de Enero de 2010
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